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FUNDAMENTALISMO BÍBLICO 93 estereocipadas. Los modos de participación en la comunión eclesial se hacen autónomos frente al hecho mismo de la participación y de la consecuencia de ésta, y cesan de servir a y de expresar la incorpora­ ción al modo eclesial de existencia. Quedan absolutizados como valo­ res en sí, son erigidos en ídolos, en datos «sagrados» por sí mismos que es preciso mantener, a través del tiempo, intactos e inalterables 75. La interpretación privada del fundamentalismo desconoce el ensamblaje necesario que existe entre la Biblia y la Iglesia. Ahora bien, «la sagrada Escritura sólo puede cumplir su función saludable siendo ella misma de la comunidad a la que constituye en tal comunidad. Esto vale también para la lectura privada de la Escritura. Porque la comunicación de la salud es siempre fundamentalmente eclesial»76. El peligro implicado en el tema de la relación entre la Escritura y la vida de la Iglesia, enunciado en forma extremista y radical, es el siguiente: «La sagrada Escritura, la palabra de Dios, sin la Iglesia» o «La Iglesia sin la Escritura». El primer extremo es el de la Reforma, que buscaba una religión menos oficial, más personal, y reducía la relación con Dios al ámbito de lo estrictamente privado, fuera del ámbito eclesial. La absoluta necesidad de una lectura eclesial de la Escritura condena este radicalismo, como hoy se reconoce en el mundo iniciado con la Reforma. El segundo extremo amenaza a la religiosidad católica, más pro­ pensa a situar la Escritura en el ámbito de una religión pública, al uso litúrgico de la misma... sin atender suficientemente a la dimen­ sión interpersonal entre la palabra de Dios y la del hombre. Ambas posiciones necesitan una «integración» en la que las dos actitudes adquieran un complemento y enriquecimiento mutuos. 10. PELIGRO DE SEDUCCIÓN El fundamentalismo consigue más adeptos cada día. Como ya afirmamos al principio, en el punto 2.°, en USA y en las zonas de 75 Ch. Y annaras , art. cit., 501. 76 J. M. S á n ch ez C a r o , In trod u cción a l estu dio d e la B iblia, Verbo Divino, 1989. Citado en mi art. «Revelación divina e Iglesia. Reflexiones sobre la D ei Ver- bum - Salmanticensis, 1990, p. 266, nota 2.

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