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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 91 malmente palabra de Dios y se distinguen, por tanto, de la Escri­ tura 72. 9.3. D e sp r ec io d e las m a n ifesta c io n es eclesia les El desconocimiento de la gran Tradición, de la vida de la Igle­ sia, hace que el fundamentalismo sea frecuentemente antieclesial. Es lógico. Porque la Tradición es la transmisión y la participación de un modo de existencia eclesial, transmisión de una experiencia en la vida verdadera (ljn 1,1-3). Ahora bien, «la vida eterna no es ni un dogma ni un mensaje ideológico. Es la experiencia histórica y la aprehensión de la persona del Resucitado de entre los muertos, Jesu­ cristo, experiencia y aprehensión de un hecho existencial concreto que prosigue su realización y manifestación en cada Eucaristía local. Sin participación en la comunión de las personas que aprehenden la vida eterna, sin experiencia inmediata de este modo eucarístico de aprehensión y, por consiguiente, sin la tradición -transmisión de la práctica (tipos y formas) de este mismo modo, la Buena Nueva cristiana, no queda más que «delirio» (Le 24,11), mensaje ideológico vacío»73. La fe cristiana debe ser, por naturaleza, superación del indivi­ dualismo por una vida de comunión, éxodo desde la naturaleza bio­ lógicamente considerada hacia la relación con los demás. El afianza­ miento en la existencia individualista es un rechazo de la Buena Nueva. El fundamentalismo reacciona contra todo aquello que se ha convertido en parte de la tradición eclesiástica; se vuelve, por para­ dójico que parezca, contra el tradicionalismo, considerando «la Buena Noticia de la Iglesia —a veces sólo la Escritura, a veces sólo la tradición, a veces ambas a un tiempo— en una “autoridad” obje­ tiva, de la que extrae las certezas metafísicas y morales en las que apoyar sus seguridades egocéntricas. Hace de la Iglesia una “reli­ gión”, la transforma en una institución establecida, dotada de una 72 F. F. R am o s , La Constitución •Dei Verbum», art. cit., 80-85. 73 Ch. Y annaras , El reto del tradicionalismo ortodoxo, en el n. citado de Con­ cilium , 499.

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