PS_NyG_1995v042n001p0007_0101

90 FELIPE F. RAMOS establece esta identidad y continuidad no sólo en el plano del cono­ cimiento, sino en el plano de la experiencia, perpetuando el contac­ to personal con los apóstoles de Cristo. La Tradición, por tanto, no sólo perpetúa la doctrina divinamente revelada, sino también su aplicación concreta; no sólo todo aquello que la Iglesia cree, sino también aquello que la Iglesia es y hace en conformidad con lo que cree. 9.2.2. La segunda cualidad es su dinamismo en el desarrollo histórico de «la misma tradición histórica» y evolución progresiva. Pero «es la misma tradición apostólica». La expresión conciliar fue buscada con toda intención para destacar que se trata de la tradi­ ción divino-apostólica, no de tradiciones meramente eclesiásticas. A la Iglesia le es esencial este crecimiento. Tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina. Este crecimiento se refiere también tanto a los hechos como a las palabras. Es un crecimiento interno. Lo oscuro se va aclarando; lo implícito se irá explicitando. Pero se trata de la misma misteriosa realidad, que no se cambia, sino que se perfecciona. 9.2.3. Siguiendo el paralelismo establecido entre la palabra de Dios y la encarnación (cf. 4.2) la Tradición, guiada por el Espí­ ritu, es como la matriz generadora de la palabra escrita del NT. El Verbo se hizo carne en las entrañas de María. La palabra de Dios adquiere su manifestación escrita en los libros del NT, pero, antes de ser palabra escrita, fue palabra hablada, transmitida en la Tradi­ ción y en la vida de la Iglesia. La Escritura es la concreción de la Tradición. La Dei Verbum (n. 9) afirma que Escritura y Tradición no son dos canales distintos. Sus aguas corren conjuntamente. Sin embargo, Escritura y Tradición se distinguen. El «depósito de la revelación» se constituye por la tradición divino-apostólica. De esta Tradición constitutiva nace la Escritura. La distinción entre Escritu­ ra y Tradición está en que la Escritura es palabra de Dios puesta por escrito de manera definitiva, inmutable y documental. Es pala­ bra de Dios por haber sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo. Y aunque los documentos que acrediten la continuidad de la Tradición objetivamente enseñen la palabra de Dios no son for-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz