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82 FELIPE F. RAMOS to intentar realizarse plenamente como hombre, se logre en un con­ tinuo relacionarse con lo infinito y eterno. Es el camino ascendente del hombre, que supone el previo camino descendente de Dios. 8.3.6. La revelación divina debe ser presentada de tal manera que el hombre la considere como la plenitud de su propia humani­ dad. El anuncio de Dios debe hacerse de tal forma que los hombres lo reciban como Buena Nueva, fuente y garantía de la propia huma­ nidad, fuente de razón y de inteligencia, de la inteligibilidad y humani­ dad del mundo, fundamento y sanación de la libertad, ejemplo y origen de relaciones interpersonales, punto de partida de la plena realización de todas las posibilidades humanas. 8.3.7. La oferta de la revelación divina al hombre debe hacer­ se, por tanto, en forma dialogal. El destinatario debe ser considera­ do como sujeto y no sólo como objeto de nuestra oferta. Sujeto que no puede ser abordado como si estuviese desprovisto de todo aque­ llo que le constituye en «persona», en el sentido filosófico y jurídico del mismo término. Sujeto con unas referencias que lo convierten en interlocutor. El «otro» tiene su palabra, es decir, su respuesta, su capacidad de crítica, su capacidad de formular preguntas que debe­ rán ser contestadas por nuestra parte. Entre sus derechos, que es necesario admitir, uno de los primeros es el de ser tomado en serio, en un nivel que como interlocutor debe ser colocado en plano de igualdad, aun reconociendo que la Buena Nueva de Jesús aporta el sentido último y definitivo a todas las cosas. No cabe la manipula­ ción, ni la conquista, ni la victoria sobre «el otro». Éstas son caracte­ rísticas extrañas a la oferta libre de la Buena Noticia 65. El fundamentalismo, que imposibilita el diálogo entre cultura y fe, entre hombres que defienden una ideología distinta de la suya y se adhieren a creencias diversas, se opone directamente a la fina­ lidad de la revelación, mediante la cual Dios quiere que caigan todas las fronteras y se produzca el diálogo en el plano horizontal y en el vertical. 65 F. F. R am o s , El Anuncio del Evangelio, 16-20.

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