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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 73 Junto a los acontecimientos del pasado, la Dei Verbum, del Vati cano II, describe la revelación divina como un acontecimiento pre sente que invita a la fe del hombre «a prestar a Dios que se revela la obediencia de la fe». Dicha constitución asocia la revelación ya efectuada con aquella que aún está efectuándose ahora (en la Igle sia) en estos términos: «Dios, que habló en el pasado, sigue conver sando con la esposa de su Hijo amado» (n. 8). También el resto de los documentos del Vaticano II reconocen que la revelación divina es una realidad presente. A propósito de las variadas presencias litúrgicas de Cristo, la constitución sobre la sagrada liturgia afirma que «es Él mismo quien habla cuando se lee la sagrada Escritura en la Iglesia» (SC, 7). El tema tratado sobre la apropiación y la transformación puede expresarse de otro modo: la fe y su formulación. La f e es absoluta e inmutable. La fo rm u la ción d e la misma es contingente y cond icio n a d a . Así como Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, pero lo es de distinta manera, lo mismo ocurre con la fe. La fe es pasado, presente y futuro. La formulación de la misma únicamente es pasado y presente. En cuan to p a sa d o , interesa como un almacén-«depósito» en el que queda constancia del contenido esencial de lo absoluto e inmu table envuelto en unos continentes condicionados por las circuns tancias culturales en que se expresó. Y estos condicionamientos cir cunstanciales se han adherido tan fuertemente a lo absoluto e inmutable que resulta casi inevitable caer en la tentación de confun dir el continente y el contenido. De ahí la necesidad de purificar la fe de todas las adherencias que se le han ido pegando. De lo con trario corremos el riesgo de presentar como moneda verdadera la que está ya fuera de circulación. Algo parecido a lo que ha ocurri do con el Catecismo d e la Iglesia Católica. Nos ofrece el almacén- «depósito» de la formulación eclesial de la fe a través de los siglos. Pero, al no establecer la distinción entre pasado y presente, entre continente y contenido, hace que «lo eclesial» quede reducido en muchos casos a «lo eclesiástico». En cu an to presen te, interesa de forma existencial: el hombre de hoy se siente afectado e interpelado por la fe proclamada al oír no un simple relato perteneciente al pasado sino al escuchar de forma inteligible lo que Dios ha hecho en Cristo para la salvación
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