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68 FELIPE F. RAMOS interpretación. La historia se halla puesta al servicio de la fe, y la fe nos es presentada sobre un andamiaje histórico. Ambas realidades se hallan íntimamente unidas y resultan inseparables; ambas realida des se necesitan y apoyan. Intentar separarlas, mediate el estudio crítico de los textos, sea de la naturaleza que sea, equivale a des truirlas. Dejarían de ser lo que son y comenzarían a ser otra cosa. Ya no serían Evangelio ni Evangelios. La vida nueva que le era ofrecida al hombre en torno o sobre la base del acontecimiento fundante del cristianismo, la muerte y la resurrección de Jesús, le situaba ante la decisión. El kerigma origi nal proclamaba lo que Dios había hecho en Cristo para que el hom bre pudiese encontrar el camino único de la salvación. Colocado ante la proclamación del kerigma, que, objetivamente hablando, era lo único importante, el hombre debía pronunciarse mediante la aceptación o el rechazo del mismo y de las exigencias que implica ba en sí mismo. Las primeras comunidades cristianas, bajo la vigilancia perma nente de sus dirigentes, conservaron, junto al kerigma proclamado, la transmisión oral de los dichos y hechos de Jesús. Y esto es claro si tenemos en cuenta que el cristianismo era vivido intensamente con su especial y profunda inserción en la vida. Ante los problemas de la vida diaria, y para resolverlos «cristianamente», era inevitable evocar al Fundador. El kerigma original y originante de la fe cristiana hizo que comenzasen a surgir comunidades de discípulos de Jesús en Palesti na y fuera de ella. Comunidades que surgían desde el Evangelio. El Evangelio se encarnaba en ellas, participando de sus problemas e iluminándolos. Esto hacía que la palabra de Jesús se actualizase en las vivencias de cada comunidad. Lo que originariamente había sido palabra de Jesús, se convirtió en experiencia vivida. Los textos-pala bras comenzaron a adquirir distintos niveles de profundidad, que a veces no resulta fácil descubrir. En la última etapa de este complicado proceso surgieron los Evangelios escritos. Surgieron fundamentalmente como cristaliza ción de la fe original y originante de la Iglesia. En ellos desembo can y confluyen los tres estadios anteriores: Jesús, apóstoles-minis tros de la palabra, comunidades cristianas. Si no queremos hacer
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