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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 65 Al desaparecer Jesús entramos en la segunda fase. Ahora son los apóstoles-ministros de la palabra los transmisores oficiales de la tradición de Jesús. Para que hubiese las máximas garantías de la fidelidad requerida en su tarea transmisora se les exige que hayan estado con Jesús desde el comienzo mismo de su ministerio públi­ co, desde la aparición en el Jordán a propósito del bautismo de Juan, hasta el momento de su ascensión a los cielos (Hch 1,15-26). La tarea de aquellos primeros transmisores de Jesús, de la tradición evangélica que se remontaba a Él, estuvo presidida y como deter­ minada por cuatro principios a los que, dentro de su fidelidad fun­ damental, se atuvieron. Son los siguientes: 7.1.1. Principio de selección La afirmación hiperbólica del segundo final del Evangelio de Juan (Jn 21,25) demuestra, al menos, una cosa: la convicción de que Jesús dijo e hizo muchas más cosas de las que se nos han conserva­ do definitivamete en nuestros Evangelios. Por otra parte, la natura­ leza misma de los Evangelios, nacidos de la fe y puestos a su servi­ cio, exigía esta selección. Todo aquello que podía tener un gran interés para el historiador o para el sociólogo carecía de importan­ cia para los ministros de la palabra. Como es lógico, el principio de selección lleva consigo una valoración del material seleccionado. Y esta valoración es ya una primera interpretación. 7.1.2. Principio de síntesis No podía contarse todo pormenorizadamente. ¿Qué hubiése­ mos ganado con tener narrado con pelos y señales todo lo que ocu­ rrió a Jesú s y a los que le seguían durante el período de los tres años de actividad? Por supuesto que nuestra curiosidad quedaría satisfecha. Pero aquellos primeros transmisores de la tradición evan­ gélica —y dígase lo mismo de los que la pusieron por escrito en nuestros Evangelios— no estuvieron guiados por el principio de satisfacer la curiosidad, sino por el principio de prestar un servicio esencial para la fe. Pensemos en la síntesis de la institución de la eucaristía. Lo que hoy podemos leer en un par de minutos es la sín­ tesis de lo ocurrido en varias horas...

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