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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 63 el maná, se ha recorrido un largo camino sobre e l famoso manjar: «En cambio a tu pueblo le diste comida de ángeles, le mandaste del cielo pan preparado sin su trabajo, capaz de dar todos los deleites y de colmar todos los gustos... Y así, también entonces, tomando todas las formas, servían a tu largueza que todo lo sustenta, según los deseos de los necesitados. Para que los hijos que tú amas aprendie­ sen, Señor, que no es la variedad de frutos lo que sustenta al hom­ bre, sino tu palabra, que mantiene a los que creen en ti (Sab 16, 21 . 25 - 26 )». Aquel alimento, que provocaba fastidio en quienes tenían que comerlo por necesidad, llegó a convertirse, por obra y gracia de las relecturas, de las nuevas lecturas e interpretaciones dadas a lo largo de los siglos, en un pan del cielo que contenía en sí todo deleite: Panem d e coelo praestitisti eis... Omne delectamentum in se haben - tem. Desde su punto de partida, y a través de múltiples relecturas, se convirtió en la base del más rico simbolismo, que utilizaría Jesús al presentarse como el pan de vida y el pan eucarístico (Jn 6,29-58). «No releen a Jesús con los ojos de los muertos». Lamentación de R. Garaudi QTenemos n ec e sid a d d e Dios?, PPC, 1993, p. 22) ante un cristianismo repetitivo y desfigurado. 7. FIXISMO EVANGÉLICO La fe cristiana no tiene su fundamento en escritos de Jesús. Ha sido una suerte que Él no escribiese nada. Nos hubiésemos sentido tan vinculados, materialmente «atados», a las palabras escri­ tas por Jesús que la persona hubiese pasado a un segundo plano. Sus palabras hubiesen ocupado el primero. De este modo, el cris­ tianismo, en cuanto «religión del libro», hubiese llegado a ser la «religión de la letra». Y la letra, sea la que fuere, mata. La fe cristia­ na tiene su fundamento en e l h e c h o d e Je sú s , que ha llegado a nosotros en lo escrito s o b r e Jesú s en el contexto vivo de la gran Tradición. En ella los escritos sobre Jesús, y en particular los Evan­ gelios, dejan de ser letra muerta y se convierten en espíritu vivifi­ cante. Los Evangelios son la expresión de la fe eclesial, sostenidos por la tradición de la Iglesia a la que, a su vez, dan solidez y con­ sistencia.

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