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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 61 Si la Iglesia hubiese seguido la trayectoria bíblica no hubiese sentido nunca la necesidad de planear una «nueva» evangelUación. Hubiese sido suficiente «evangelizar», que es su tarea esencial. Lejos de su aferramiento servil a las expresiones de su fe; evitando el historicismo arqueologizante de un pasado — del que hoy hay que conservar únicamente lo que pertenece a la esencia del contenido revelado— y liberarse de un envoltorio puramente coyuntural; supe­ rando la tentación de confundir la fidelidad al pasado con la repeti­ ción del mismo, considerándolo como la expresión normativa uni­ versalmente válida en el tiempo y en el espacio. Si fueron necesarias las relecturas bíblicas, lo que hizo la Biblia misma, ¡cuánto más necesarias son las relecturas conciliares, dogmáticas, litúrgicas o mora­ les! 53 En la tercera parte de la IBI se dedica un número (A, 1) a las relecturas, que transcribimos íntegramente: «Lo que contribuye a dar a la Biblia su unidad interna, única en su género, es que los escritos bíblicos posteriores se apoyan con frecuencia sobre los escritos anteriores. Aluden a ellos, proponen “relecturas” que desarrollan nuevos aspectos del sentido, a veces muy diferentes del sentido primitivo, o inclusive se refieren a ellos explícitamente, sea para profundizar el significado, sea para afirmar su realización. Así, la herencia de una tierra, prometida por Dios a Abrahán para su descendencia (Gen 15,7.18), se convierte en la entrada en el santuario de Dios (Ex 15,17), en una participación en el reposo de Dios (Sal 132,7-8), reservada a los verdaderos creyentes (Sal 95,8- 11; Hebr 3,7-4,11), y, finalmente, en la entrada en el santuario celes­ te (Hebr 6,12.18-20), “herencia eterna” (Hebr 9,15). El oráculo de Natán, que promete a David una “casa”, es decir, una sucesión dinástica “estable para siempre” (2Sam 7,12-16), es recordado en numerosas oportunidades (2Sam 7,5; IRe 2,4; 3,6; lCron 17,11-14), especialmente en el tiempo de la angustia (Sal 89,20-38), no sin variaciones significativas, y es prolongada por otros oráculos (Sal 2,7-9; 110,1-4; Am 9,11; Is 7,13-14; Je r 23,5-6, etc.), de los cuales algunos anuncian el retorno de David mismo (Os 3,5; 53 F. F. R am os , El Anuncio del Evangelio, 96-97.

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