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58 FELIPE F. RAMOS El punto de partida para la reconstrucción es la pérdida de los textos autógrafos. En cuanto al AT, el problema se comprende por sí mismo. Es más significativa la desaparición de los autógrafos del NT. Los primeros testigos escritos datan de fines del siglo n. Esta es la razón por la cual la crítica textual tiene tanta importancia. Este criticismo menor, llamado así por referencia al mayor (cf. «Atemporalidad de la revelación», 4.3), aplicando sus reglas de trabajo, intenta reconstruir un texto lo más aproximadamente cerca­ no al original, partiendo de los actuales testimonios del texto debi­ damente valorados y clasificados. Se trata, por tanto, de una ciencia que está al servicio de la fe y de todos aquellos que creen en la Biblia como palabra de Dios y están interesados en la reconstruc­ ción del texto original inspirado por Dios. El texto hebreo sufrió múltiples modificaciones, voluntarias unas e involuntarias las otras, con la finalidad de hacer más inteligible el texto y de adaptarlo al momento presente (el momento de quien introdujo las modificacio­ nes-actualizaciones). En el NT hoy nos preguntamos por los interess teológicos, sociales, económicos, políticos, litúrgicos, apologéticos... que estaban pesando sobre sus autores. Ello contribuye a descubrir las tendencias teológicas, la vida de la Iglesia y los procesos de cam­ bio que subyacen a un texto y pueden ser una fuente de errores. Esta tarea esencial para la reconstrucción del texto bíblico en toda la pureza posible del mismo carece de sentido entre los funda- mentalistas: «tiene la tendencia a ignorar o negar los problemas que el texto bíblico presenta en la formulación hebrea, aramea o grie­ ga», según afirma el párrafo correspondiente de la IBI. ¿Se convencerían con el examen de una de las edicionas críti­ cas de la Biblia? No lo creemos. Para ellos dichas ediciones son un ejercicio intelectual innecesario. 6.2. L a o p c ió n p o r u n a t r a d u c c ió n d eterm in a d a Es el segundo de los fallos que la IBI atribuye al fundamenta- lismo. Es casi tan grave como el anterior. Porque la traducción es ya una interpretación. El traductor de la Biblia no debe quedarse ni en el terreno literal-literalista ni siquiera en el literario. Debe llegar a la captación del pensamiento teológico intentado directamente por el

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