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FUNDAMENTALISMO BÍBLICO 53 fundamentalistas que hayan sido muchas gentes, nadie está autori­ zado hoy para extender dicho campo de competencia de la Biblia al terreno científico. Si desea saber cuándo y cómo surgió el mundo que habitamos o cómo y cuándo será su final, que se lo pregunte a la ciencia, no a la Biblia. Si pretende lograr una regulación de la familia para evitar una explosión demográfica inhumana, que se lo consulte a la ciencia, no a la Biblia. Si quiere que la paternidad res­ ponsable deje de ser un bello género literario, que cuente con la ciencia, no con la Biblia. Si se propone resolver el número de hijos que Dios quiere que tenga, que cuente, además de con su concien­ cia, con la ciencia, con la sociología, con la economía, con los metros disponibles de vivienda para calcular cuántas personas puede querer Dios que vivan en ellos. Son los principios menciona­ dos, y otros posibles, los que deben resolver el problema; que acuda a ellos para resolverlos, y no a la Biblia. Bien es verdad que, en todo caso, la Biblia prestará siempre una buena ayuda en toda clase de problemas, siempre y cuando no se la saque del ámbito de su competencia. Claro que, parodiando las palabras de Jesús en otro terreno, «fundamentalistas siempre tendréis con vosotros». Los fundamentalistas protestantes o musulmunes lo tienen mucho más difícil. Su fundamento es absolutamente radical e infle­ xible: la Palabra de Dios, como Dios mismo, está libre de error y es infalible. Con matices poco importantes afirma lo mismo el funda- mentalismo musulmán: el Corán es una revelación no falsificada, una revelación pura y divina, que está por encima y a salvo de todos los errores. «Se reconoce a las ciencias históricas y empíricas del mundo moderno, en cuanto concuerdan con la Biblia o con el Corán; pero esas mismas ciencias son rechazadas en cuanto cuestionan esta auto­ ridad atemporal. Los creacionistas, que rechazan la teoría de la evo­ lución, fundaron sus propios institutos «científicos» a fin de demos­ trar científicamente que el mundo fue creado hace seis mil años. El fundamentalismo, nacido un siglo después de Darwin, tomó una postura decididamente opuesta a todo tipo de desarrollo evolutivo. A los ojos de los fundamentalistas, la teoría científica de la evo­ lución de las especies proponía una explicación absurda, contraria a la interpretación bíblica y, en consecuencia, manifiestamente erró­ nea de los orígenes del universo y de la propia naturaleza humana.

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