PS_NyG_1995v042n001p0007_0101

50 FELIPE F. RAMOS condescendencia divina, que se hizo semejante en todo a las pala­ bras humanas, entonces defenderemos mejor la palabra de Dios en estas palabras humanas» (cardenal Kónig, 2 de octubre de 1964). Merece que recordemos también la de Dom Butler: «Ahora no tenemos miedo a la verdad crítica, científica e histó­ rica. No tememos que la verdad (de la ciencia) oscurezca la verdad (del dogma). No tememos que a nuestros exégetas les falte fideli­ dad a la Iglesia y a la verdad tradicional. Habrá alguno, es cierto, que convierta la libertad en licencia, pero éste es un riesgo que tene­ mos que correr para conseguir un bien mayor. Cierto que al bus­ car... muchas veces se cometen y cometerán errores, pero es propio de la naturaleza de este campo que la verdad se descubra por tan­ teos y con errores. Lo que necesitamos no es la infantil seguridad que da el apar­ tar los ojos de la verdad, sino una exégesis auténticamente crítica que nos permita entrar en diálogo con los no católicos. Una de dos: O hay una conspiración de los exégetas católicos para socavar los fundamentos de la fe cristiana, y el que crea esto creerá en cual­ quier monstruosidad, o bien los exégetas de nuestro tiempo inten­ tan la plenitud auténtica y objetiva de la verdad contenida en el Evangelio, y en esta investigación actuarían a la vez como católicos fieles y como historiadores críticos y científicos, para quienes el pri­ mer presupuesto es la honestidad de búsqueda». Era una alusión a la reciente campaña lanzada contra el Pontificio Instituto Bíblico (que logró que cayesen varias cabezas prestigiosas, como la del pro­ fesor S. Lyonnet, que posteriormente sería un miembro eminente de la Pontificia Comisión Bíblica), a la que puso fin el propio Pablo VI, al pronunciar ante los interesados el célebre «No mai», repetido dos veces por el Papa 48. La Dei Verbum salvó los escollos y recelos procedentes de una mentalidad fundamentalista y rabiosa, anclada en un pasado incon­ movible por creerse en la posesión absoluta de la verdad, afirman­ do que «se trata de la verdad (se omitía la palabra “inerrancia”) que Dios quiso consignar en las sagradas Letras para nuestra salvación». Esta expresión nos presenta el aspecto desde el que testimonia e 48 F. F. R am os , La Constitución «Dei Verbum», 89-94.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz