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48 FELIPE F. RAMOS bra es hecho y el hecho es palabra. Porque Dios obra por su palabra y habla por sus hechos. La palabra de Dios es el Evangelio, con todo su poder expresivo y salvífico. La palabra de Dios no se limita a hacer referencia a una reali­ dad ocurrida, de la cual ella sería simplemente la expresión intelec­ tual. Ella misma es dicha realidad, no sólo ocurrida en el pasado, sino ocurrente, que sigue ocurriendo en el presente. Es esencial a la palabra de Dios que hable siempre. Y que, por su dimensión esen­ cial, lo haga de forma eficaz. 5. LA INERRANCIA HISTÓRICO-CIENTÍFICA La lectura fundamentalista-literalista de la Biblia, prescindiendo de las claves elementales para su comprensión, puede desembocar en aberraciones incomprensibles, sobre todo cuando son vistas desde la necesaria óptica de la distancia. Ahí escá el caso Galileo, como ejemplo del desatino interpretativo literalista-fundamentalista. Los teólogos justificaron su postura desde las afirmaciones de la Biblia. Entonces como ahora. Con mayor responsabilidad de los fun- damentalistas actuales, porque los de entonces no estaban en con­ diciones de recurrir a la distinción entre lo que dice la Biblia y lo que la Biblia quiere decir. Este principio debe ser para los intérpre- tes-lectores actuales el ABC, sin el cual nadie puede acercarse con seguridad y sin el asesoramiento debido a este monumento litera- rio-teológico-existencial construido con el máximo esfuerzo por parte del hombre y con el máximo interés e influencia por parte de Dios. Al menos esto no debiera ocurrir por parte de aquellos en quienes debe suponerse un conocimiento razonable de la naturale­ za de la Biblia y de las leyes por las que se rige la literatura anti­ gua, en cuyo marco ella se inscribe. Las afirmaciones del fundamentalismo sobre la competencia bíblica en el campo de la ciencia y de la historia nos hacen suponer que el conocimiento elemental mencionado debe traducirse, en rea­ lidad, por ignorancia responsable. Nos corresponde analizar el párra­ fo 5.°, que dice: El fundamentalismo insiste también, de un modo indebido, sobre la inerrancia de los detalles en los textos bíblicos, especial-

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