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44 FELIPE F. RAMOS (Nosotros expresamos nuestro ser, nuestro querer y sentir... recu­ rriendo a la/s palabra). Esto ocurrió en el principio. En un principio sin principio, que llamamos eternidad. Pero, ¿de qué y para qué nos hubiese servido una Palabra muda, lejana, abstracta, oculta detrás de complicadas especulaciones filosóficas? Para que pudiese cum­ plir la finalidad que Dios se proponía fue necesario dar un segundo paso expresado en la segunda frase. La Pa labra se hizo hombre , y se registró en nuestra historia con el nombre de Jesús de Nazaret. Él es la palabra personal de Dios, el Revelador y la revelación de Dios. Las palabras de Jesús, su enseñanza, son inseparables de la Palabra; sus palabras tienen la importancia que tienen porque nacen de la Palabra y en ella están enraizadas. Si Jesús trae la revelación plena y definitiva, es porque Él mismo es la revelación. Si Jesús trae la vida, es porque Él mismo es la vida. Si Jesús trae la luz, es porque Él mismo es la luz. Si Jesús anuncia la verdad, es porque Él mismo es la verdad. Siguiendo en la línea de las formulaciones anteriores habría que decir lo mismo en relación con la Palabra: trae la Palabra y la comunica porque Él mismo es la Palabra. Lo es en todo lo que hizo y dijo: en el nacimiento, en el trabajo, en la diversión, en la ora­ ción, en las discusiones con sus adversarios, en las parábolas que pronunció, en las sentencias y proverbios que utilizó como vehículo de su mensaje, en sus milagros liberadores, en aquellos en los que se manifestaba como la luz que ilumina a los cielos, como la pala­ bra que entra en el corazón de los sordos, como el apoyo a los tulli­ dos, como la vida para los muertos. Todo esto lo fue en su vida esclarecedora, en su muerte estre- mecedora, en el silencio al que los hombres redujeron a la Palabra y, sobre todo, lo fue en su resurrección, en la que el Padre rubricó como buena, como excelente, la obra reveladora manifestada en la Palabra pronunciada por Él mismo en la eternidad y en el tiempo. Lo divino y lo humano que confluyen en Él ha sido puesto a nuestra disposición para que nosotros podamos entrar en relación con Dios. No obstante, en esta consideración nos falta un tercer aspecto, destacado de manera muy particular en el párrafo que esta­ mos comentando. Sería el tercer paso y la tercera frase: Dios se hizo (se expresó) en pa labras; aspecto que abordamos a continuación.

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