PS_NyG_1995v042n001p0007_0101

FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 37 tente en el campo de la trascendencia, en el de las relaciones del hombre con Dios y en el de las relaciones interhumanas. La insis­ tencia en lo «diferencial», por parte de algunos sociólogos, ¿no obli­ ga también a pensar en «lo integrador», en algún elemento unifica- dor de la gran dispersión humana? ¿Cómo va a lograrse «la aldea común» desde las fuerzas centrífugas existentes a nivel individual y colectivo? ¿No será necesario, a priori, que exista una fuerza centrí­ peta si existe una elemental seriedad en el proyecto de construir «una aldea común»? Cuando hablamos de un elemento «integrador» pensamos, natu­ ralmente, en algún factor que sea diferente de esa tendencia a la universalización. Tendencia que, filosóficamente, puede ser acepta­ ble. En la praxis, dicha tendencia se ve asfixiada por la propensión al particularismo individual o social. El principio unificador de las múltiples parcelas que integran la vida humana debe ser la Biblia, en cuanto expresión o concreción de la trascendencia de la revela­ ción de Dios. La Biblia, la revelación o sus sinónimos y paralelos en los pueblos que consideran otros libros como sagrados. 3.5. D efen sa d e la o r t o d o x ia La Biblia tiene la finalidad de narrar la acción salvadora de Dios y la respuesta del hombre a la misma para que aquélla sea efieaz. La ortodoxia queda fuera de su alcance. Únicamente cuando alguno de los dos extremos mencionados son expuestos de forma inade­ cuada intervendrá para corregir desviaciones esenciales en el campo de la fe. Como ocurrió muy a finales del siglo 1 en relación con la gnosis, que negaba la verdadera encarnación del Logos. La primera carta de Juan establecerá la primera norma de la ortodoxia cristiana: la necesidad de admitir la verdadera encarnación del Hijo de Dios, que «Jesucristo vino en carne» (ljn 4,2-3). El fundamentalismo parte de la ortodoxia inadecuadamente entendida y la convierte en el punto último de su referencia e iden­ tidad. Nace desde la ortodoxia, desde unas verdades consideradas como irrenunciables, y para servicio de ella. El hombre ha nacido para la ortodoxia y no ésta para aquél. La coincidencia de la Biblia con el fundamentalismo es pura casualidad. Si hay algún parecido

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz