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36 FELIPE F. RAMOS que pretende restaurar dentro del mundo religioso algo que no es viable en el mundo exterior tiene que mantener necesariamente una actitud am bigua con respecco a la m od ern id a d^ . Los fundamentalistas rechazan toda clase de modernidad que tienda a equipararla completamente con la «racionalidad, el pluralis mo, el cosmopolitismo, la idea de progreso o la secularización»39. Uno de los objetivos prioritarios del fundamentalismo es dar una respuesta satisfactoria al proceso de la secularización creciente. Los fundamentalistas son conscientes de que la secularización es un fenómeno inevitable. En este sentido coinciden con los análisis de sociólogos como K. Dobblelaere, quien «opina que el fenómeno de la secularización está estrechamente vinculado a la diversifica ción de funciones, propia de la sociedad moderna». «Cuanto mayor sea el grado de diversificación funcional en una determinada socie dad, más crecerá la secularización y disminuirá el impacto que las organizaciones religiosas puedan tener sobre la cultura»40. Los fundamentalistas se declaran decididamente en contra de cualquier proceso diferencial. Por eso tratan de infundir todas las energías posibles a las venerables tradiciones que, según ellos, se ven sometidas a los ataques más despiadados. Es una propensión de los fundamentalistas a resacralizar lo profano. Pero no sólo de ellos. Notables sociólogos piensan de manera similar: «el desarrollo político y económico, que asociamos con el proceso de la llamada modernización y secularización, con tiene en germ en una reacción tenden te a restituir a la religión su p o sición cen tral en el ám bito d e las p reocup a cion es sociales. Lo secular, lo puramente diferencial sin capacidad integradora, es por sí mismo causa de un renovado proceso de sacralización. Frecuentemente, aunque no de modo exclusivo, los grupos fundamentalistas están a la cabeza de este pro ceso de resacralización»41. La constitución Dei Verbum, del Vaticano II, nos confirmó en la idea de los distintos campos de competencia. La Biblia es compe- 38 Nancy A mm ermann , cit.por J. A. Coleman, art. cit., 441. 39 J. A . C olem an , art. cit., 442, nota14. 40 J. A . C olem an , art. cit., 444. 41 Rodney S tark y William B ain brid g e , citadospor J. A. Coleman, art. cit., 443.
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