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30 FELIPE F. RAMOS un futuro mejor, moderar triunfalismos desmedidos, mantener las riendas de la dirección sin rigorismos ni laxismos, dentro de la fle­ xibilidad exigida por la vida. En la entraña misma del ser y del quehacer de la Biblia se halla el antiliteralismo-antifundamentalismo. Por otra parte, el literalismo interpretativo se impuso de forma general y ha durado muchos siglos. ¿Cómo se explica este fenómeno, esencialmente antibíblico? La justificación la tenemos en la pérdida de las claves de la lectura y de la interpretación de la Biblia. De este modo se convirtió en una pieza musical de excepcional belleza, cuya lectura y canto se vieron radicalmente limitados por el desconocimiento de la clave, los modos, tonos, ritmo... Sobrevivió únicamente la partitura, cuya lec­ tura cayó necesariamente en el literalismo. ¿Cuándo y por qué tuvo lugar la pérdida mencionada? No puede hablarse de fechas. Únicamente puede afirmarse, a nivel de principios, que el pensamiento bíblico, la Biblia, entró en contacto con el mundo occidental. De este contacto surgió la adecuación o identificación de ambos. En la simbiosis producida, las claves bíbli­ cas de interpretación fueron absorbidas por el pensamiento occi­ dental de la razón. La Biblia no tuvo valedor que defendiese su iden­ tidad y, como realidad literaria, pasó al terreno de la letra, al que le sometió la razón, aplicándola sus leyes. En este acercamiento, la Biblia salió perjudicada y depauperada al caer bajo el dominio del literalismo. De ahí surgiría el fundamentalismo 30. Incluso cuando estuvo sometida al literalismo no se vio del todo sofocada por él. Un buen ejemplo nos lo ofrece la exégesis patrística. Consciente de estar ante la carta que el Padre celestial envía a sus hijos surgió la convicción de que el literalismo no podía ser la última palabra y, junto a él, surgió la búsqueda del sentido espiritual, «el sentido expresado por los textos bíblicos cuando se les lee bajo la influencia del Espíritu Santo en el miste­ rio pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de Él» (IBI, II, B, 2). El aspecto peyorativo del sentido «espiritual», fruto de la exé­ gesis «mística», y contrapuesto a la exégesis científica, queda exclui- 30 G. H o le , Fundamentalismo, dogmatismo, fanatismo. Perspectivas psiquiá­ tricas , en el n. citado de Concilium, 417-433.

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