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28 FELIPE F. RAMOS dejando a un lado y deslindándose («marginación») de los protestan­ tes, ortodoxos, judíos e increyentes 2Ó. Fruto de una mentalidad fundamentalista es el atrincheramien­ to en posturas anticonceptivas, posturas revisables, que tendrían como consecuencia una vida más humana, con menos miseria y menor mortandad infantil; es preciso que la paternidad responsa­ ble deje de ser un bello género literario y que la planificación fami­ liar se convierta en una realidad tan seria como es la vida misma. Evidentemente que no deben aplicarse medidas coercitivas para el control de la natalidad, pero sí debe tenderse a la planificación familiar con todos los medios políticos y con reformas sociales radicales y urgentísimas que sirvan de apoyo para evitar dichos males 27. Nuestra experiencia personal se corresponde con un fundamen- talismo en sentido amplio, cuyos miembros pueden aplicarse, con los debidos matices, a la definición que Volf da del protestantismo fundamentalista: «Cualquier miembro de la confesión evangélica (del catolicismo, en nuestro caso) que se oponga, con actitud polémica, a que las diversas confesiones cristianas acepten una teología libe­ ral o cualquier cambio en los valores culturales o en las costumbres, como los que generalmente se asocian a un «humanismo seculari zado»28. Desde la experiencia personal, y prescindiendo del fundamen- talismo estricto de los orígenes, al que siguen siendo fieles algunos fundamentalistas de nuestros días, llamar a uno «fundamentalista» — con todo su poder de evocación de epítetos peyorativos— equi­ vale a tildarle de reaccionario, intransigente, fanático, literalista, patán, anticuado, carroza, incluso paranoico; y todo ello puede desembocar en un franco rechazo del fundamentalismo, por con ­ siderarlo un fenómeno absolutamente irrelevante en el mundo moderno 29. 26 H. K üng, Contra el fundamentalismo católico romano de nuestro tiempo, en el n. citado de Concilium, 551-552. 27 H. K üng , art. cit., 554-556. 28 M. W olf , art. cit., 524. 29 J. A. Colem an, en el n. citado de Concilium, 437.

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