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FUNDAMENTALISIMO BÍBLICO 27 de la fe la que impulsaba este silencio, y venía de la instancia supre­ ma a través de sus representantes oficiosos? Probablemente así era y así se pensaba entonces. El cambio de perspectiva que contemplamos en la IBI es de 180 grados. Ofrecer a nuestra consideración todos los métodos y acercamientos a la Biblia con una descripción sucinta y objetiva, con la mención de sus ventajas y la aportación al estudio de la Biblia, al mismo tiempo que con la acentuación de los límites de cada uno es la confirmación del talante de dicho Documento escri­ to, en frase del Papa, con apertura de espíritu. «La exégesis católica no procura distinguirse por un método científico particular. Ella reconoce que uno de los aspectos de los textos bíblicos es ser obra de autores humanos, que se han servido de sus propias capacidades de expresión y de medios que su tiem­ po y su medio social ponían a su disposición. En consecuencia, ella utiliza sin segundas intenciones, todos los métodos y acercamientos que permiten captar mejor el sentido de los textos en su contexto lingüístico, literario, socio-cultural, religioso e histórico, iluminándo­ los también por el estudio de sus fuentes y teniendo en cuenta la personalidad de cada autor (cf. Divino Afflante Spiritu, EB 557). La exégesis católica contribuye así activamente al desarrollo de los métodos y al progreso de la investigación» (IBI, III, p. 79). La experiencia de varias décadas me confirma en la veracidad de la frase siguiente de J. Moltmann, que volveremos a citar en el momento oportuno: «Tendremos que vivir con el fundamentalismo, contra nosotros, junto a nosotros y dentro de nosotros». Hablando desde nuestra amarga experiencia nos será permitido considerar la exclusión del fundamentalismo bíblico que hace la IBI como una reparación de los desafueros cometidos en el pasado y del que fui­ mos víctimas. Oh felix culpa! En el catolicismo actual hay también una variante del funda­ mentalismo: los dirigentes de la Iglesia pretenden identificar la fe católica con tradiciones eclesiales, que son precisamente las más recientes (Trento, Vaticano I, documentos pontificios preconciliares), y mediante una «re-evangelización o re-catolización» tratan de obli­ gar por la fuerza a los católicos a regresar a un paradigma medie- val-contrarreformista-antimodernista de la Iglesia y la sociedad,

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