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18 FELIPE F. RAMOS miento fundamentalista se ha convertido paradójicamente en uno de los instrumentos más efectivos para transmitir la fe cristiana, en su vertiente protestante, y para inculturar nuestro mundo contempo­ ráneo» 13. Esto mismo puede afirmarse, con toda justicia, del catolicismo. ¿Qué tanto por ciento de las gentes que acuden a nuestros templos se hallan liberadas de una interpretación literalista del Éxodo, de las plagas de Egipto o de los milagros del Evangelio? ¿No hay una mayoría que sigue creyendo y esperando en la resurrección del cuerpo, en el sentido que comúnmente se da a esta palabra, y que esto ocurrirá al final de la historia o del mundo en el que vivimos? Y la culpa no es sólo de las afirmaciones bíblicas entendidas de forma fundamentalista-literalista, sino también de las formulaciones litúrgicas y, más en general, de la doctrina común de la Iglesia. En la Iglesia católica, después del Vaticano II, se observa el resurgi­ miento de un fundamentalismo que apela a la figura del Papa. Estas nuevas corrientes fundamentalistas, que invocan la autoridad del Papa, reivindican la vieja cultura católica del más puro integrismo 14. 2 .2 . R efug io en la seguridad del integrismo El integrismo, no sin un fuerte carácter polémico, o por lo menos con un matiz peyorativo, se utiliza habitualmente para signi­ ficar una conducta opuesta al progresismo. Hoy estaría encarnado en la resistencia a la aplicación de las reformas planificadas por el Vaticano II. Los integristas ven amenazados los valores religiosos por ciertos cambios que, en su opinión, destruyen la base de la tra­ dición: modificación del rito de la misa; cierta vaguedad en el con ­ tenido doctrinal; formación excesivamente «horizontalista» y filosófi­ camente ecléctica de los futuros sacerdotes en los seminarios; preocupación ante un «ecumenismo» insuficientemente preparado... Aferrados a la «herencia», en la línea de la contrarreforma, los integristas-fundamentalistas cuestionan la audacia y la «loca impru- 13 M. V olf , art. cit., 523. 14 J. A. C oleman , Elfundamentalismo en su globalidad. Perspectivas sociológi­ cas, en el n. cit. de Concilium . 437.

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