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16 FELIPE F. RAMOS bilidad dentro de la variabilidad que ofrecen las distintas opciones hermenéuticas? Otra, más importante aún, será tener en cuenta la certeza de la esperanza: «El cristiano es miembro de un pueblo caminante, en continua peregrinación hacia un destino final; por eso, su conocimiento de ahora no puede compararse con el de los que ya han llegado a la meta. Considerar la fe en la realidad última como esa misma reali­ dad equivaldría a confundir la condición de caminante con la de vencedor absoluto, o dicho en términos teológicos, admitir una forma epistemológica de escatología ya realizada. Hasta que llegue­ mos a ver cara a cara al Dios uno y trino, tenemos que seguir lle­ vando nuestro tesoro de fe en vasos de barro, en convicciones inte­ rinas no menos que en cuerpos corruptibles (cf. 2Cor 4,7) n ». 2. EL FUNDAMENTALISIMO EN SENTIDO AMPLIO El párrafo segundo de la lectura fundam en ta lista de la IBI lo presenta recopilando su origen histórico y las derivaciones que adquirió posteriormente: La lectura fundamentalista tuvo su origen en la época de la Reforma, en una preocupación de fidelidad al sentido literal de la Escritura. Después del Siglo de las Luces, se presentaba, en el protestantismo , como una protección contra la exégesis liberal. El término fundamentalista»se relaciona directamente con el Con­ greso Bíblico Americano tenido en Niágara, en el estado de New York, en 1895. Los exégetas conservadores protestantes definieron allí «cinco puntos de fundamentalismo»: la inerrancia verbal de la Escritura, la divinidad de Cristo, su nacimiento virginal, la doctrina de la expiación vicaria, y la resurrección corporal en la segunda venida de Cristo. Cuando la lectura fundamentalista de la Biblia se propagó en otras partes del mundo, dio origen a otros tipos de lecturas, igual­ mente «literales», en Europa, Asia, África y América del sur. Este 11 M. V o lf, El reto del fundamentalismo, en Concilium, n. cit., 532-533-

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