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404 ENRIQUE LLAMAS-MARTINEZ • Juan de Consuegra es un escotista puro; seguidor incondicional de su Maestro, universal en su seguimiento. Pero, no es radical ni intransigen­ te. Es un escotista moderado. El eclecticismo de que puede hacer gala su Curso teológico, tiene una aplicación precisa a su actitud escotista. El sigue a Escoto, como a Maestro indicutible; pero, no rechaza a priori ni repudia las aportaciones de otras escuelas teológicas. Este talante quiere transmitirlo también a sus alumnos y lectores aunque les inculque siempre el seguimiento del sistema escotista. Un texto clave, dirigido ex­ presamente a sus lectores, nos orienta en este punto. «Propiis, etsi nostrae Scholae adhaereamus, ceterarum extramodum veneramur gloriam; quoniam spiritu et mente perquirendae veritatis adunamur omnes. Absit ergo rixandi libido, ne praetiosa unitas istaec scindatur» (t. I, f. XIII; ver t. I, p. 41). Magnífico texto, que revela una actitud de equilibrio entre tantas op­ ciones como podían ofrecerse entonces ante las sentencias y orientaciones de las diversas Escuelas teológicas, determinada solamente por el amor a la verdad auténtica y a esa praetiosa unitas —cristiana y teológica—, que no debía ser rota bajo ningún concepto, ni por ningún pretexto. Estupen­ do testimonio, que previene y aleja las riñas entre frailes en el terreno de la teología —a que se refería Vicente de la Fuente, y a que aludí a otro propósito— tan explotadas abusivamente por la crítica cerrada y por los enemigos del escolasticismo: absit ergo rixandi libido. La actitud de Juan de Consuegra en el seguimiento de Escoto no es intransigente, ni mucho menos. No representa tampoco una actitud de oposición frente a otros estilos de teologizar, reconocidos y aprobados por la Iglesia, o frente a quienes iniciaban, o seguían otros caminos. Todos buscaban una misma meta y trabajaban con un mismo objetivo: llegar al conocimiento de la verdad. Mantiene una oposición cerrada frente a los herejes antiguos y moder­ nos, y frente a todo lo que él consideraba un error o una desviación del camino de la Iglesia. Pero, dentro del terreno de lo opinable, manteniendo su opción por el escotismo, levanta la bandera del respeto y aun de la veneración hacia los Maestros de otras escuelas teológica: ceterarum extra­ modum veneramur gloriam. ¿Por qué? Porque en todas reinaba un mismo espíritu: el amor a la verdad. Este respeto y esta veneración son la mejor salvaguardia de la preciosa unidad, que tiene prevalencia sobre las opiniones, y que puede ser también un argumento eficaz contra los herejes, que rompieron precisamente dicha unidad.

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