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394 ENRIQUE LLAMAS-MARTINEZ ñoles de los años 1680-1750 42. Esta es la conclusión a que llega también V. Sánchez Gil, refiriéndose a la teología en torno a 1780, que raya a cierta altura y tiene méritos indiscutibles, por el número, el valor y la importancia de sus representantes43. Yo mismo, a propósito de la historia de la teología mariana, hice un juicio parecido, porque en realidad contamos con figuras eminentes en ese terreno y de primera categoría44. 2.° Un auténtico manual de teología • Una de las causas de la decadencia relativa de la teología en el siglo XVIII fue, sin duda, la carencia de buenos manuales, ajustados a las nece­ sidades del tiempo. A su vez esta carencia ocasionó otros defectos de méto­ do, de criterio y de contenido. La carencia de buenos manuales de teología no pasó desapercibida a las autoridades eclesiásticas, ni a los superiores religiosos, que debían velar por la formación de los candidatos al sacerdocio. Era además evidente, que los nuevos modos de cambios intelectuales, que dice J. Chevalier, intro­ ducidos en todos los campos del saber, urgían la creación de nuevos planes de estudios, o la renovación y actualización de los antiguos, tanto en sus estructuras como en sus métodos y contenidos45. Precisamente en estos años se llevó a cabo en España la promoción de la reforma de los planes de estudios de filosofía y teología en las universi­ dades y en los colegios religiosos, alentada por el Nuncio de Pío VI, Nico­ lás Colona de Stillano, que secundó los deseos y ordenamientos de Carlos III, extensivos a toda la Nación: para satisfacer las Reales Intenciones de 42. A. PÉREZ G o yen a , «La teología española en el siglo XVIII hasta las Reformas de Carlos III», en RF 41, 1915, 141-157. El Catálogo de Giner, comentado y ponderado por Menéndez Pelayo, aunque incompleto, no carece de valor por su antigüedad: Juan BAUTISTA G iner , «Scholastica Vindicata», Genuae 1766. Este texto lo amplió, con notas complementa­ rias, en «Theologia Dogmatico-Scholastica», Romae 1767, t. I: ‘Prodromus Primus’ pp. 1-41 (en particular pp. 20-21). Sospecho que J. de Consuegra conoció esta obra, cuyo estilo imita en las primeras páginas de la suya. Después del Indice general propone: ‘Prodroma. Etsi brevissima Sacrae Theolo- giae Historia ab Orbe condito ad nostra usque témpora’ (t. I, pp. 1-6). Su relación concluye con el siglo XVI y la floración teológica que tuvo lugar contra Lutero y el Protestantismo. 43. V. SÁNCHEZ G il , l. c., p. 707. Hay que añadir, que cuenta con la autoridad de J. de Consuegra. 44. Ver mi estudio citado: «Los grandes teólogos de los siglos...» I. c., pp. 23-27 (ver nota 8). 45. En algunas naciones, donde habían influido más poderosamente los cambios de la modernidad, o habían tenido mayor incidencia, como en Alemania y Austria, la autoridad civil se adelantó a promover la reforma de los planes de estudios, y a llevarla a cabo con la colaboración de los estamentos eclesiásticos (cfr. M. GRABMANN, o . c ., p. 268).

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