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• El Cursus de Juan de Consuegra es un dato en la historia de la teología del XVIII. Su valor intrínseco y sus características son precisamen­ te un rechazo y una negación de las causas en las que Vicente de la Fuente cifra sus acusaciones contra la teología española de su época. En efecto: esas causas son entre otras, según el eminente historiador: ‘reducir la enseñanza de la teología a cuestiones poco menos que inútiles’... Juan de Consuegra, de propio intento, seleccionó las cuestiones de interés y que gozaban de actualidad; cortó las ramas superfluas y desnudó su esco­ lasticismo de sus exhuberancias, redundancias y fárrago. Lo indica en la portada misma de la obra, que transcribimos en la nota 26: (Cursus) ab exuberantiis Scholasticismi denundatus. Otra de las causas que propone De la Fuente: ‘las riñas entre frailes a ergotazo limpio’, interesados y movidos más por el amor a las teorías de la propia Escuela, que por la verdad y el bien de la Iglesia. Nuestro autor evita de forma expresa esta oposición entre las Escuelas y el radicalismo en teología. Precisamente, recomienda a sus alumnos y lectoresJa moderación y el respeto. El sigue la doctrina escotista; pero, recomienda al* mismo tiempo que se respeten las opiniones de los que pertenecen a otras Escuelas teológicas. Incluso, que se los estime y tenga en veneración, porque todos buscan con un mismo amor la verdad y en todas las Escuelas se encuentra algo, o parte de ella. El testimonio de Juan de Consuegra viene a anular en su mayor parte las razones que algunos críticos proponen como causas, o exponentes de la decadencia de la teología en ese tiempo. Si añadimos a su Cursus de teología los manuales de otros contemporáneos suyos, como el carmelita José de la Madre de Dios y el agustino Siró Villaroig, podríamos concluir que la decandencia de la teología no fue tan radical ni profunda, como suele afirmarse. Existe una constelación de manuales de teología en ese tiempo, fruto de los intentos de renovación de los planes de estudios, promovida por el Nuncio Colona, que sería conveniente, por no decir necesario analizar muy detenidamente. Un análisis detallado de este hecho nos depararía, sin duda, agradables sorpresas. Creo que ha llegado la hora de corregir críticas antiguas, sobre la teolo­ gía española del siglo XVIII. Quienes han realizado estudios particulares de investigación sobre ese período, reconocen la existencia de valores muy positivos, superiores a los que aportan otras naciones de Europa. Pérez Goyena, uno de los pioneros en estos trabajos, llega a esas con­ clusiones, enlazando con las que había hecho en el mismo siglo XVIII el P. Giner, el primero que redactó un elenco de teólogos escolásticos espa- JUAN DE CONSUEGRA Y SU APORTACION AL ESCOTISMO ESPAÑOL 393

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