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EL MENSAJE SOCIAL DEL BEATO JUAN DUNS ESCOTO 367 tad de los hijos de Dios, que desde El busca la justicia en las relaciones humanas y, destruyendo las luchas de los egoísmos, sería la fuerza de cohe­ sión para la paz en una convivencia solidaria. (Se me ocurre aquí traer a colación la descripción simbólica que Juan Pablo I hacía del cielo y del infierno: En los dos recintos se sirve el mismo sabroso guiso de arroz. Los comensales de ambas partes tienen atadas a una mano las mismas larguísi­ mas cucharas, que cargan en una cacerola común. Mientras los del infierno se debaten desesperadamente en un esfuerzo inútil por llevar la cuchara a propia boca; los del cielo, solidarios entre sí, dan de comer al de enfrente y de él reciben cómodamente el alimento)10. Es claro que en Escoto no se encuentran semejantes anécdotas. Pero sí puede encontarse aplicación de sus principios a las realidades de la vida individual y social. Que ajustó sus actitudes personales a sus principios lo sabemos por el hecho de la santidad de su vida. Caso aleccionador es su decisión de mantenerse fiel al Papa cuando tantos otros religiosos cedieron ante la injusticia del rey francés Felipe IV el Hermoso. A Escoto el gesto le costó el destierro de París que cortaba su carrera hacia el grado de Maestro en Teología. Lo que no tenemos es una exposición sistemática sobre la proyección social de los temas justicia, paz y libertad. No comentó, que se sepa, los textos políticos de Aristóteles y menos todavía fue un sociólogo o moralista al estilo de hoy. Nos tenemos que contentar con alusiones más o menos explícitas en cuestiones teológica que se interfieren con los temas aludidos. Escoto teólogo de la libertad Si nos fijamos de modo más directo en el tema de la lib erta d podría­ mos distinguir en Escoto, al lado de la libertad natural o esencial, irrenun- ciable por ser constitutiva de la naturaleza humana, una libertad adquirida, como hábito de la voluntad que se perfecciona a medida que la «affectio iustitiae» se hace cada vez más señora de la «affectio commodi»; y una libertad, por así decirlo, circunstancial (Escoto diría circunstanciada) n, 10. A. LUCINI (Juan Pablo II), Illustrissimi. Lettere del Patriarca, 3.a ed., Padova 1978, 225-226. Termina el relato con un pensamiento de Manzoni: «Más que en estar bien se debería pensar en hacer bien, y entonces estaríamo todos mejor». 11. Dice del acto moral: «Bonitas moralis in actu non dicit nisi relationem, quia actum esse circunstantianatum debitis circunstantiis non est aliquid absolutum in actu, sed tantum comparado debita eius ad illa quibus debet convenire». Ord., I, d. 17, pars 1, q. 2, n. 60; Vat. V, 163).

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