PS_NyG_1994v041n002p0359_0373

362 BERNARDINO DE ARMELLADA de trascendencia, falta y necesidad de paternidad... Nosotros, hombres mo­ dernos, estamos perdiendo la noción de la ley moral»4. La moral del amor La ley moral. Sabemos que esos moralistas laicos, como Scalfari, apelan en el fondo a un imperativo moral kantiano, que se pierde en una subjeti­ vidad inmotivada, en un porque sí que puede dar lugar seguramente a corazones generosos, que, huyendo por instinto del egoísmo, logran una moral sin apoyo y, por tanto, sin fuerza objetiva para orientar la vida con la consistencia que el hombre normal exige. Digamos sin más rodeos que para nosotros cristianos existe un impera­ tivo de alcance más profundo: la exigencia de una caridad que tiene a Dios una justificación sin fisuras. Es lo que predicamos y oímos a diestro y siniestro. Lo malo es que también este slogan cristiano se puede manipular y, de hecho, se manipula en función de puntos de vista varados en las conveniencias personales. Y en nombre de la caridad —de la que decimos que, bien ordenada, comienza por uno mismo, o por nosotros mismos, (mi familia, mi pueblo, mi nación, mi raza, mi religión)— en nombre de ese principio ponemos un orden en el amor, que, al tomar fuerza sólo hacia dentro, vacía lo exterior —lo que no es yo o nosotros— de todo sentido que no sea utilitarismo egoísta; y el ansia tan cacareada de justicia, de paz y libertad se absolutiza en un para mí, para nosotros tan contundente, que el amor —falsamente llamado de caridad— se convierteen el vivero latente o explosivo, de todas la injusticias, guerras y tiranías. Por incomprensible que ella parezca, la historia es testigo incontestable de que todo eso se ha dado en el mundo cristiano en nombre de lo que se quería creer caridad. El aspecto individual de las conciencias es cosa para el examen particular de cada uno. Teóricamente sabemos que el Evangelio es otra cosa, cuando lo proclamamos como mensaje de justicia, de paz y de libertad. Lo han predicado y vivido en su autenticidad muchos cristia­ nos a través de los tiempos. Dechado modélico, en cuya línea hay que colocar al beato Juan Duns Escoto, es san Francisco de Asís. Es sólo den­ tro del marco del amor cristiano donde será dado entender el alcance de las ideas de «justicia, paz y libertad». 4. Diario italiano de Roma «La Repubblica» (domingo 22-V ili-1993). Articulo E Wojtyla impugnò la croce... (pp. 1 y 12).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz