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354 ALEJANDRO VILLALMONTE 2. El bien que la cultura —la general y la teológica— ofrece es la inversión/giro antropocéntrico de sus problemas y soluciones. Esta situa ción espiritual significa un desafío al intenso teocentrismo —teológico y cultural— de Duns Escoto. Sin abandonar este teocentrismo en que se encuentra situado, Escoto responde a una de las demandas peculiares y más fecundas de los propugnadores del «giro antropológico» de la teolo gía: que al hombre, vida humana se le reconozca como la ‘realidad radical’. En este sentido: que sea el punto de partida y de continuada referencia a la hora de proponer el mensaje de la teología. ¿Cuáles son las condicio nes de posibilidad, de receptividad existentes en el ser humano —a nivel ontologico y a nivel existencial/histórico—, en orden a recibir el mensaje? 3. En momentos decisivos de su teología Duns Escoto no ha olvidado la dimensión antropológica que a la ciencia sagrada le es consustancial. Si la teología es considerada como una doctrina que al hombre se le ofrece, Escoto —en el prólogo de la Ordinario — al comenzar la exposición de su sistema teológico, demuestra que el hecho de que el hombre sea adoctrina do «sobrenaturalmente» por Dios, lejos de atentar contra la dignidad del hombre lo ennoblece. Porque esta doctrina gratuita, libremente dada por Dios constituye una ayuda indispensable para que el hombre resuelva la cuestión primordial de su existencia: la pregunta por el sentido de la vida, por la felicidad, por buscar un fin último , plenificante al existir humano. Si la teología la consideramos en cuanto nos propone una ética que regule el comportamiento humano, Escoto demuestra que la regla de oro de la ética teológica: amor absoluto a Dios y al prójimo, no sólo no es un atentado a la libertad humana, sino que ofrece al hombre la máxima opor tunidad para pasar del reino de la necesidad/naturaleza», al reino del espí ritu, de la más lograda libertad. En ambos momentos acontece que Dios, en su mismidad de tal, en su hecceidad como Dios, es correlato sustantivo del ser y del desear del hombre. Sin embargo, ni Dios usurpa ni absorbe la dignidad humana —puesto que es Amor de plena Liberalidad— ni el hombre se siente depredado por la Divinidad, ya que responde a Dios con amor de liberalidad, que es el amor de la plena libertad. 4. El llamado «giro antropocéntrico» de la reciente teología católica, culminó su andadura cuando llegó a hablar de la «Teología Política» «Teo logía de la Liberación». Por la fuerza de su propio dinamismo —al menos en los más sanos representantes— ha llegado a hablar de la teología como «inteligencia de la caridad» (intellectus caritatis); o bien de una tarea del cristiano que busca «unir caridad y razón»: hacer una reflexión científica sistemática sobre la praxis de caridad social y liberadora en que se encuen-
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