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EL GIRO ANTROPOCENTRICO DE LA TEOLOGIA ACTUAL 347 eso, el mandamiento de la caridad no sólo no es contrario a la recta razón, a la exigencia de la más noble moral humana, sino que sobreeleva y enno­ blece esa moral del desinterés desde sus propias exigencias internas. También en el plano del comportamiento y de la práctica moral puede repetir Escoto la consigna antes mencionada: Non vilifico naturami — no envilezco a la naturaleza humana —, la ennoblezco. En el orden del ser no se atienta contra la dignidad del ser humano porque se diga que su plena realización sólo se logra por donación gratuita de Dios, como proponen los teólogos. Pues bien, en el orden del obrar y de la ética el precepto divino del amor no sólo no es irracional, pues no destruye la recta autono­ mía de la libertad, sino que la ennoblece al proponerle como objeto propio el Bien Infinito que sature todas sus posibilidades desiderativas. Lo de­ muestra Escoto recurriendo a su metafísica y mística de la caridad como amor de perfecta liberalidad y desinterés. Podría preguntarse si, de verdad, esa nueva energía (habitus operativus bonus) que es la caridad implica un ennoblecimiento, en enriquecimiento del espíritu humano. La respuesta afirmativa de Duns Escoto se apoya en esta reflexión: existe en la profundidad del ser humano un deseo-tendencia hacia el bien y, sobre todo y primordialmente, hacia el Bien Infinito. Este deseo/amor del bien (Bien) puede manifestarse y se maniesta bajo una doble forma: a) como bien de conveniencia (bonum commodi) ya que el sujeto tiende al bien (Bien) en cuanto es bueno para sí; b) como bien de benevolencia, de puro amor (amor iustitiae) en que el sujeto tiende al bien (Bien) movido por la pura y mera grandeza de tal objeto35. La primera condición, la raíz primera de la posibilidad que el hombre tiene de amar con amor de benevolencia (amor iustitiae) la logra él por el hecho de ser libre, ya que la libertad es definida por Escoto como la capacidad de amar con amor de justicia: La caridad viene a corroborar —modo divino y gratuito— esta posibilidad que la libertad tiene como connatural. Por eso en la medida en que se dilatan los espacios de la cari­ dad, se dilatan los espacios de libertad en el hombre. Este es liberado de los Centro giran las voluntades libres con todo su peso, pues el peso de la voluntad es el amor: en la voluntad divina y en la humana. Con el peso de su ser y por ello con «necesidad», pero también voluntariamente, tiene la feliz necesidad de tender hacia Dios. Ver nota 7. Sobre la tensión necesidad-libertad en la tendencia a Dios Quodlib q. 16; ed. Vivès XXVI, 180-210. Hay ed. española de F. A lluntis , «Obras del Doctor Sutil Juan Duns Escoto». Ed. bilingüe, Cuestiones quolibetales , Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1968; pp. 580-609. En este mismo fascículo de la revista ver el trabajo de P. García Castillo , «Libertad y necesi­ dad según J. Duns Escoto», 265-278. 35. Ver nota 7. También A . B o rak , «Carita e libertà, fonti della perfezione humana secondo Duns Scoto», en Quaderni di spiritualità francescana, nr. 12: La vita spirituale nel pensiero di Giovanni Duns Scoto , pp. 127-157.

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