PS_NyG_1994v041n002p0319_0357
346 ALEJANDRO VILLALMONTE Escoto llama a esta figura aristotélica el «fortis politicus» = ciudadano valeroso. El blochiano «héroe rojo/revolucionario», está bien próximo al héroe aristotélico y al «fortis politicus» de Escoto. Pues bien, este «político valeroso» es tomado por el Doctor Sutil como punto de partida para desa rrollar la ética de la generosidad, de la liberalidad, del perfecto altruismo, de la gratuidad que, en el lenguaje teológico se llama la ética/religiosidad del amor perfecto de caridad 33. Con este motivo desarrolla el Doctor Sutil su metafísica y mística del puro amor de generosidad que rige la vida divina; la actitud de Dios hacia el hombre, del hombre hacia Dios y la actitud del hombre hacia el mundo —físico y humano— en que vive. El primer paso en esta dirección lo da Escoto demostrando la raciona bilidad del mandamiento del amor, es decir su conformidad con la recta razón. Porque, efectivamente se podría decir ¿no resulta ser un atentado contra la recta razón, un atentado a la autonomía del hombre libre, a su dignidad humana radical, el hecho de que se le imponga el precepto de amar a Dios con todo su ser, incluso más que su propia existencia? Es coto recurre a la figura del «ciudadano valeroso» (= fortis politicus) para demostrar que, incluso a nivel de la ética natural, constituye un ejemplo máximo de virtud la entrega de la vida por el bien de la Ciudad, conside rado y sentido como bien absoluto para el ciudadano valiente. Aquí de nuevo la vida humana es tomada como «realidad radical» para reflexionar sobre un tema tan finamente teológico como el de la caridad, el mandamiento del amor, que para el N. Testamento es la base del cristia nismo como sistema de creencias y como forma de vida. El Doctor Sutil descubre en el fondo del ser humano una inagotable reserva de generosi dad, desinterés y liberalidad. El primer movimiento del espíritu humano es un movimiento de deseo del Bien Infinito, hacia el cual tiende el ser humano con todo el peso de su ser, como el grave hacia el centro34. Por 33. El cumplimiento del mandamiento cristiano del amor a Dios y al prójimo más que su propia vida, significa la superación radical del amor a sí mismo, egocéntrico «amor de propia convenciencia» (affectio commodi, dice Escoto). Esto es posible y conforme a la recta razón, porque el hombre tiene libertad: facultad de amar la justicia por sí misma, ed. con amor de generosidad y perfecto desinterés. Se ilustra la doctrina con el ejemplo del «fortis politicus», del ciudadano que entrega su vida por la Comunidad en absoluto desinterés. La virtud de la caridad vigoriza esa tendencia al amor desinteresado liberal, y lo dirige hacia Dios. Textos de Escoto en Oxon III, d. 27 q. única; ed. Vives XV, 351-375. Una exposición ordenada y valorativa de la cuestión en Fernand GüIMET, «Conformité á la droite raison el posibilité surnaturelle de la charite (Attaches traditionelles et structures dialectiques de la doctrine scotiste)», en De Doctrina loannis Duns Scoti Acta Congres. Scotistici Intern, Oxonii et Edimburgi 11-17 sept. 1966. Romae 1966, vol. III, 539-597. 34. Ya conocemos el símil de la esencia divina como «Centrum amoris»: «Dios es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna parte». En torno ese
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz