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334 ALEJANDRO VILLALMONTE La imagen del Dios que Duns Escoto presenta como «formalmente Caridad» (= Amor liberal-Agape) no puede ser el «depredador» de la nobleza humana (F. Nietzsche), ni el enajenador de la riqueza propia del hombre. Porque Dios no es «envidioso» ni «celoso» de su Bien, sino que liberal y generosamente quiere que otros compartan con El el Bien de su Esencia: quiere otros «condiligentes» con las Tres divinas personas y con Jesús el Glorificador supremo de la Trinidad. Por tanto del descubrimiento del misterio de Dios (Amor liberal de caridad) no anula, establece el ser del hombre y nos desvela su misterio. Y desde el lado del hombre, éste aparece enriquecido con la máxima grandeza del ser creado: la libertad congènita y constitutiva del espíritu humano. La caridad sobrenatural que Dios le dona tiene como función el que el hombre logre la libertad perfec ta, saliendo del «reino de la necesidad natural», símbolo y residuo de escla vitud a la materia, hacia el reino de la perfecta liberalidad, del amor de generosidad perfecta. Dios es garante y protector de este éxodo. Lejos de estar en relación excluyente, Dios y el hombre coinciden —para nuestra perspectiva humana— en que Dios es para el hombre Amor de liberalidad (Caridad-Agape) y el hombre logra la plenitud de su ser cuando se dirige a Dios con amor de caridad, en perfecta libertad. Me parece que esta idea podría expre sarse con unas palabras de san Pedro Damiano. Comentando la institución del sábado dice que Dios será el sábado del hombre y el hombre será el sábado de D ios20. Duns Escoto no conoce esta teología del «sábado», pero sí habla de la metafísica de la Caridad y Libertad perfecta donde Dios y el hombre, en vez de excluirse (P. Sartre), se encuentran y conviven en ella. Era necesario superar el viejo mito de la «invidia deorum» como moti vo de las relaciones divinidad-hombres (Los dioses escogieron para sí la inmortalidad y a los hombres les cargaron con la espuerta). O bien la moderna proclama de Dios como depredador/enajenador de los valores humanos. Eso fue posible en cierto concepto de «D ios»21. Duns Escoto tema en A. VILLALMONTE, «Búsqueda de Dios en el dinamismo de la voluntad, según Duns Escoto», en C. BERUBE (dir.), Kegnum Hominis et Regnum Dei. Acta Quarti Congressus Scotistici Internationalis, Roma 1978, voi. I, 71-83. 20. «Hoc itaque modo et homo fit Sabbatum Dei, et Deus Sabbatum hominis; cum ipse in Deo, et Deus in eo quiescit» (Epist. II, 5; PL 144, 264c). 21. Como es sabido el humanismo radical, surgido en nuestra cultura occidental, más que criticar a «Dios» en sí —cuya existencia no les preocupaba, o les resultaba muy proble mática— lo que criticaban era la «imagen de Dios» (el ídolo, en realidad) utilizada funcional mente por los Estados e Iglesias cristianos para justificar los males e injusticias sociales como queridos por Dios, por ejemplo como castigo del pecado original. A pesar de la distancia de siglos nos encontramos aquí con una versión del ancestral mito de la «envidia de los dioses» (invidia deorum). Los cuales, celosos y egoístas se reservaron para sí la felicidad (eudaimonia) y la inmortalidad, y a los hombres les cargaron con el
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