PS_NyG_1994v041n002p0319_0357

EL GIRO ANTROPOCENTRICO DE LA TEOLOGIA ACTUAL 333 Duns Escoto se atiene a esta impostación antropológica del problema teológico por excelencia: Dios -Fin último de la vida humana. En el pórtico de su teología, en el prólogo a su Ordinario (un equivalente de las famosas Summas medievales) la vida humana como realidad radical: el hombre en cuanto pregunta por el fin último de la vida; y muestra que tan sólo el Dios cristiano ofrece respuesta satisfactoria a esta radical, decisiva pregun­ ta. Por tanto, es razonable y amable el aceptar a Dios como fin último de la vida humana (como el sentido último de la vida), tal como lo ofrece la revelación cristiana18. No vamos a comentar ahora el proceso, rico de contenido y de vicisitudes argumentativas, mediante el cual Escoto responde a un problema tan primaria e intensamente humano. Pero sí conviene advertir que los humanistas de su tiempo, eran muy radicales en su defensa del hombre. Les parecía que el teólogo Duns Escoto, al decir que la felicidad está en compartir la vida de la Divinidad, bajo sublimes palabras defrauda y engaña al hombre. El Dios que daría sentido a la vida es un bien completamente sobre-natural , se dice, exce­ dente de la capacidad humana, de libre y absoluta disposición gratuita, «vo­ luntaria» de Dios. En esta perspectiva el hombre sería el ser más desvaloriza­ do del universo, donde cada ser tiene la radical posibilidad y energía interna para conseguir su propio fin. Bajo pretexto de magnificar a Dios se envilece al hombre. Me parece que no hacemos ninguna extrapolación si esta objeción de cierto humanismo medieval, la ponemos en el mismo plano con el huma­ nismo radical moderno que ve en la propuesta de Dios como vida eterna (en la figura del ‘cielo') la suprema, refinada alienación de la dignidad del hom­ bre; a quien se despoja de su dignidad para trasferirla a Dios. La respuesta de Escoto ha llamado la atención de los comentaristas por la espontaneidad y por la firmeza con que produce: Non vilifico naturam!: No envilezco al hombre ; porque su perfección y nobleza no consiste tanto en la perfección que él por sí mismo puede conseguir como por la perfec­ ción que puede recibir. La teología cristiana ofrece una visión del hombre en la que éste aparece capaz de recibir el Bien Infinito. Y no en la vaguedad del bien universal que se encuentra difuso en cualquier parte, sino en la singularidad concretísima de la Esencia divina en su mismidad de ta l19. 18. La pregunta que Escoto se hace en la primera cuestión de Ordinatio es ¿necesita el hombre una doctrina sobrenatural para conseguir el «fin último de su vida»? También santo Tomás propone el mismo problema al comienzo de la I-II de su Summa. Las tres fórmulas: buscar el sentido último de la vida, el fin último y la felicidad plena (beatitudo) son preguntas intercambiables en su contenido y en la posibilidad de respuesta. Duns Escoto inicia su discurso sobre Dios, su teología partiendo de una inquietud radicalmente humana. 19. La objeción de los filósofos las recoge y responde Escoto en Ord. pról. p. 1, q. un ed. Vat. I, 3-58. También en Lect. I, pról. p. 1, q. un, lee. Vat. XVI 1-62 un comentario al

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz