PS_NyG_1994v041n002p0319_0357

EL GIRO ANTROPOCENTRICO DE LA TEOLOGIA ACTUAL 331 son los tres centros de atención para la reflexión del teólogo. También san Buenaventura, dentro del absorbente teocentrismo de su Breviloquium , tiene a Cristo y al hombre como centros de referencia. Cristo en su cruz, el hombre redimido y la caridad como vínculo universal15. A la teología de Duns Escoto se le hace justicia —incluso dentro de la tipificación que acabamos de hacer— si la clasifica como plenamente teo- céntrica. El cristocentrismo teológico, tal como lo hemos propuesto, le es desconocido: Porque Escoto no se propuso hacer una teología pastoral, kerigmática en la que Cristo ocuparía el Centro, de forma absorbente. La propuesta de R. Grosseteste y de san Buenaventura para introducir a Cris­ to dentro del objeto propio de la ciencia teológica le parece inviable. No obstante, se podría seguir llamándole «doctor del Verbo encarnado», como hacen algunos. Pero ya es hablar desde otro punto de vista. Dimensión antropológica del «teocentrismo» Escotista Cualquier teología cristiana suficientemente equilibrada no puede menos de mantener su interés hacia el triple centro señalado: Dios-Cristo- el hombre. Según el interés y finalidad concreta de su trabajo el teólogo subrayará una u otra de las dimensiones de la ciencia sagrada. Ningún teólogo católico, aunque abogue con decisión por imprimir un «giro antropocéntrico» a la ciencia teológica (como lo hacen Schillebeeckx o Rahner) no piensa en realizar una reducción , al estilo de L. Fuerbach , que reconvierta la teología en pura y mera antropología. Ni tampoco sería aceptable la opinión de R. Bultmann , cuando dice que el discurso del hombre sobre Dios, «teología», en realidad, no sería sino un hablar sobre sí mismo. Y por cierto, en forma bastante pretenciosa: mera antropología. El antropocentrismo que consideramos legítimo pienso ha de consistir en esto: dado que el hombre es el destinatario de la palabra y de toda comunicación de Dios ad extra, el hombre ha de ser el punto de partida, de continuada referencia en todos los enunciados teológicos. El hombre será dimensión fundante de toda reflexión teológica en este sentido: que cualquier problema teológico comience por estudiar las condiciones de posi­ bilidad existentes en el hombre en orden a oír y recibir el Mensaje en su globalidad o en cada uno de su s enunciados básicos. Tal vez resulte aclaratorio en este momento el recurso a una idea del filósofo J. Ortega y Gasset. En todo recto filosofar, la vida, la existencia humana ha de ser considerada como la realidad radical : punto de arranque, 15. Cfr. nota 13. Y san Buenaventura en Brevoloquium I, cap. 1; V, 210.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz