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330 ALEJANDRO VILLALMONTE — Toda teología cristiana que quiera ser completa, desarrollar toda sus posibi­ lidades, ha de tener estos centros de referencia: Dios, Cristo, el hombre. Ha de ser simultáneamente teo-céntrica cr¿r/o-céntrica, antropo- céntrica. Porque, el Dios que estudia la teología cristiana no le es accesible sino por Jesucristo, como Palabra definitiva del propio Dios. Por eso nuestro discurso sobre Dios es cristia­ no y no judío o musulmán. Pero, al propio tiempo, Cristo se presenta como el Revelador y Revelación del Padre, de la Trinidad. Y por cierto en orden a la salvación del hombre. Pero, por fin, el misterio del hombre «sólo en misterio del Verbo encarnado se desvela plenamente» y, por ende, sólo desde el misterio de Dios. Nuestra teología tiene una estructura epistemológica triangular, donde Dios, Cristo, hombre forman los lados. Para una valoración axiológica es claro que existe una jerarquía de valores. Pero funcionalmente los tres lados del triángulo son igualmente necesarios para hacer una labor teológica completa. — Pero la realidad concreta del que teologiza y de sus oyentes impone limitacio­ nes y focos de interés preferencial en cada circunstancia histórica y cultural. Por eso me parece indispensable tener en cuenta esta limitación que la realidad puede imponer. — Un reflexión sobre la fe de tipo y nivel especulativo, esencialista, que haya escogido las categorías metafísicas como medio para vehicular y comunicar sus reflexiones, me parece no tiene otra alternativa: ha de hablar de cualesquiera temas que le ocurran «bajo la razón de deidad» (sub ratione deitatis). Sin prejuz­ gar qué tipo de metafísica haya de elegirse. — Un teólogo que quiera orientar sus reflexiones hacia la pastoral, hacia los valores kerigmáticos del Mensaje, ha de cultivar, con preferencia una teología cristocéntrica. Porque Cristo es el Centro del pensamiento, de la vida espiritual y moral de los creyentes, del seguimiento, de la oración. — Una teología fundamental , en el sentido contemporáneo de la palabra, ha ser preferencial y decididamente antropocéntrica: ha de tener al hombre como punto de partida y de atención constante. Porque, como indicábamos al principio, la cultura actual es intensamente antropocéntrica. Seguro que el hombre actual no atenderá ni entenderá el Mensaje evangélico sino empalma y tiene eco en las necesidades y preocupaciones del hombre mismo. Una teología de talante y pre­ tensiones antropocéntricas se despliega de continuo en temas fronterizos entre la razón y la fe. Digamos entre filosofía y teología, cultura profana-cultura religiosa. Esta tipificación que hacemos sobre las diversas formas de hacer teolo­ gía no podía estar prevista por Duns Escoto ni por ningún teólogo de la época. Pero el problema de fondo sí pudo ser de alguna manera previsto. La Suma Halesiana ofrece esta definición de la ciencia sagrada: «La teología es una ciencia que trata de sustancia divina, que se nos da a conocer en Cristo para nuestra salvación» 14. Dios, Cristo revelador, el hombre a salvar 14. «Theologia est scientia de substantia divina cognoscenda per Christum in opere reparationis», Swnma Theol. I, Introd. q. 1, cap. 3m esp.; ed. Quaracchi, 1924; I 6a. Ibid., I, 13b. Definiciones similares en tm. IV, Prolegomena CCII.

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