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314 MODESTO BERCIANO dones. A este grupo pertenecen también las disyuntivas, que unen dos miembros que se diferencian de un tercero. Hay otro tipo de miembros que fomenta la unión. Escoto habla de unión per ordinem. Un ejemplo es la unión de causa y efecto. La preposición es también entendida como un modo de unión. Me­ diante los casos, los nombres indican determinadas relaciones. Las preposi­ ciones tienen la función de indicar estas relaciones y de fomentar relaciones nuevas. La interjección es una determinación más del verbo o del participio. Pero el contenido de su significado representa siempre sentimientos y tiene por ello relación con actos emotivos (cf. 390-398). 5. De la lógica a la metafísica La categoría es determinación generalísima de la objetividad. Objeto y objetividad tienen sólo sentido como tales para un sujeto. En éste se cons­ truye la objetividad mediante el juicio. Si se quiere comprender la categoría como determinación del objeto, hay que ponerla en relación con la figura que construye la objetividad. Esto no significa que las categorías se puedan reducir a una función del pensar (403-404). Sólo a partir del juicio se puede resolver el problema de la validez inmanente y transeúnte (fuera del pensar) de las categorías. No tiene senti­ do hablar de ello sin tener en cuenta la lógica subjetiva. Es indiscutible que toda validez transeúnte depende de objetos. Pero es un problema ver qué tipo de objetividad puede haber. La estrecha relación entre el problema del juicio y las categorías hace que haya que replantearse también el problema de la relación forma-mate­ ria. Permaneciendo dentro de la esfera lógica del sentido y de la estructura del sentido no se da una respuesta decisiva a esta pregunta. Se pueden potenciar las formas y esclarecer la multiplicidad de lo lógico, como hace Lask. Pero así se complica aún más la función determinadora de lo mate­ rial (404). En definitiva, la lógica deberá llegar a la metafísica y ser vista en el contexto de ésta. «El sujeto teórico del conocimiento no explica el sentido metafísico significativísimo del espíritu; mucho menos su contenido com­ pleto. Y sólo entrando en éste adquiere el problema de las categorías su propia dimensión profunda y su riqueza». Además, «el espíritu vital es como tal esencialmente histórico, en el sentido amplio de la palabra. La verdadera visión del mundo está muy lejos de la existencia puntual de una teoría separada de la vida. El espíritu sólo se puede concebir si en él se

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