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CRITICA DE XAVIER ZUBIRI 295 4. Conclusión Resumiendo: Primero. Las vías cósmicas y antropológicas debían partir de hechos inconcusos , de hechos físicos, pero parten de teorías mentales, de interpretaciones de hechos. Usan demostraciones por causalidad eficiente, final , etc., y llegan a una realidad de Dios, que no es Dios-fundamento , sino un Dios-objeto, segregado del mundo y al que es preciso integrarlo posteriormente. Segundo. Al manifestar esas inadecuaciones e insuficiencias , X. Zubiri ya señala determinados rasgos que cualifican a un Dios formal­ mente Dios: ser fundamento último de todo y no únicamente de un frag­ mento del hombre o del cosmos; hallarse ya presente en el mundo, sin que sea necesario integrarlo una vez descubierto; manifestar el rostro fundante y personal de Dios, a quien el hombre busca, invoca y adora en las religio­ nes. Lo que Zubiri busca es partir de un hecho metafísico: la instalación del hombre en la realidad™. Mas ¿cómo ha de ser ese Dios formalmente Dios? No nos podemos detener aquí y ahora en ello. Quede la pregunta abierta. No será, a juicio de Zubiri, un Dios-objeto , sino un Dios-fundamento. Zubiri critica y rechaza el punto de llegada de las vías clásicas que, como hemos visto, es indefectiblemente un «concepto» al que se identifica con Dios. Por eso escribe: «La teología y la filosofía clásicas han tratado a Dios como realidad-objeto; de ahí la imposibilidad de que haya fe en un Dios demostrado. Pero esto es falso: Dios es realidad-fundamento»59. La cuestión está en que el problema de Dios surgió en la inquisición o búsque­ da de «una realidad-fundamento », que, en ningún caso, puede reducirse a « objeto » con independencia del modo de entender esa objetividad. Zubiri, tras haber analizado y examinado exhaustivamente las vías clási­ cas de la prueba de la existencia de Dios, a lo largo de su dilatada vida, intentando apreciar y valorar su capacidad demostrativa, escribe: «Ni por su punto de partida ni por su punto de llegada son estas vías clásicas cósmicas y antropológicas el camino adecuado para llegar a Dios. De ahí la necesidad de emprender una ruta distinta»60. 58. Cf. HD 125; 128-132. 59. HD 232-233. Cf. J. S á n c h e z V e n e g a s, art. c., pp. 306-307. 60. HD 127.

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