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294 CEFERINO MARTINEZ SANTAMARIA probar, en efecto, que cuando nos referimos a Dios nos estamos refiriendo en primera línea a un ente infinito. Nada más lejos de la realidad. Es que Escoto busca lo que los escolásticos llaman esencia metafísica, o primer concepto metafísico del ente divino; Escoto cree encontrarlo en la infini tud. Pero lo que todos entendemos por Dios, cuando lo buscamos, no es una esencia metafísica, sino algo más sencillo: es una realidad última, fuen te de todas las posibilidades que el hombre tiene, y de quien recibe, supli cándole, ayuda y fuerza para se r»54. Es evidente que X. Zubiri prefiere la noción de la realidad absolutamente absoluta a la noción de ente infinito. «Ahora bien —prosigue Zubiri—, el ente infinito de Escoto no es fo r malmente (es de lo único de que aquí se trata) este Dios en tanto que Dios. Primero, porque aun dentro de una idea metafísica de Dios, es todo menos metafísicamente evidente que la esencia metafísica de Dios sea la infinitud. Segundo (y es lo que ahora más nos importa) porque la infinitud compete ría a Dios por razón de la ultimidad y no al revés: formalmente, Dios en cuanto Dios es “lo último”. Sólo sería infinito por ser Dios; no es que fuera Dios por ser infinito. Tercero y finalmente, porque para que esto “último” sea Dios es menester que sea a una y formalmente “posibilitante” y “impelente”. La mera infinitud no lo e s»55. Podemos preguntarnos: ¿Dios es infinito porque es absolutamente absoluto, o es absolutamente absoluto porque es infinito, el compendio de todas las perfecciones? La respuesta de Zubiri acabamos de acotarla en sus propias palabras. Pero evidentemente existen pensadores que propugnan, defienden y sostienen la otra opinión. En todo caso, no aparece, piensa Zubiri, ni en una, ni en dos partes un término de vía que sea formalmente lo que entendemos por Dios cuando a El nos dirigimos. «Pero a pesar de todo —escribe—, la prueba de Escoto no es suficiente en ninguna de sus dos partes»56. La conclusión de Zubiri no necesita comentario: «Una vez más, en el punto de llegada de estas argumentaciones nos encontramos en Escoto, al igual que en santo Tomás, con un ente supremo. Pero este ente ¿es Dios? Esta es la cuestión que siempre queda en pie. «Ni por su punto de partida ni por su punto de llegada, parece ser la estructura cósmica (entiéndasela al modo de santo Tomás o al de Escoto, la vía adecuada para la fundamentación de la existencia de Dios»57. 54. HD 122-123. 55. HD 123. 56. HD 122. 57. HD 123.
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