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292 CEFERINO MARTINEZ SANTAMARIA «...el punto de partida de Escoto —escribe Zubiri— es muy distinto del de santo Tomás: mientras santo Tomás parte de los hechos cósmicos, Esco­ to parte de los entes finitos sensibles»45. Esta objeción u observación crítica zubiriana tiene su base o fundamento en la distinción que el propio Zubiri establece entre realidad y ser. Mas esta distinción ¿no es algo discutible y discutido? Sí, pero no es este el momento de abordar esta cuestión. En segundo lugar, esta afirmación de que el punto de partida de Escoto es el ente , no podemos considerarla totalmente exacta, porque Duns Escoto no arranca del ente , sino de la posibilidad de que algo sea hecho , de que algo sea superado en perfección , de que algo sea ordenado al fin. El hecho de que el punto de partida de Escoto sea una premisa de posibilidad obedece a que se propone realizar una demostración precisa, estricta, ya que ésta, según Aristóteles, debe partir de premisas necesarias. Y las premisas de posibilidad son necesarias. Las premisas de hecho , en cambio, son contingentes . Escoto, afirma Zubiri, vio con absoluta claridad las deficiencias de las vías tomistas: Haría falta probar que las cinco «prioridades» se identifican entre sí en un mismo ente y, en el supuesto de que así fuera, habría que demostrar, además, que dicho ente es justamente Dios. De ahí que su célebre prueba de la existencia de Dios «tiene dos partes» con la intención de fortalecerla. En la primera, «prueba —escribe Zubiri— la existencia de un ente que es primero como eficiente (primum effectivum ), como fin (primum finiti- vum) y como ejemplar de entidad (podríamos llamarlo primum perfecti- vum)»*6. Probar la existencia de un ser, que sea primero en ese triple orden. En la segunda parte, mostrar que ese ser primero es infinito y, en consecuencia, Dios. «Pero después —prosigue Zubiri— necesita Escoto —en una segunda parte— probar que ese primer ente es infinito y por tanto, según él, Dios»47. 3.2. E l punto de llegada de las pruebas clásicas El término a que se accede en el proceso seguido por las pruebas clásicas —cósmicas (santo Tomás y Escoto) y antropológicas (san Agustín, Kant, Schleiermacher)— no es Dios en cuanto Dios, sino un Dios segrega­ do del mundo real al que es necesario integrarlo mediante un segundo 45. HD 122; cf. HD 122-123. F. ALLUNTIS L ear r eta , art. c., p. 68. Ignacio GüIU, art. c , pp. 454-459. 46. HD 122. 47. HD 122.

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