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286 CEFERINO MARTINEZ SANTAMARIA La idea de causalidad que mantiene Zubiri está expuesta en Inteligencia y logos e Inteligencia y razón23, y en su densa obra El hombre y Dios precisa retomar la cuestión con cierta extensión. De una parte, la ciencia realiza un reduccionismo de la causalidad a la relación entre dos realidades, determinable por una ley. De otra, en la metafísica clásica, causa es sinóni­ mo de producción de realidad, aun cuando se rechace la posibilidad de una experiencia sensible de esa producción (Hume), encerrando toda posible causación bajo cuatro modos: material, formal, edificiente y final. Mas esto no es tan patente como a primera vista pudiera parecer y, en ningún caso, se puede presentar como un hecho. La teoría clásica de la causalidad se puede aplicar únicamente a los fenómenos naturales y no sirve cuando se trata de aplicar a las relaciones interpersonales. Toda persona, en cuanto constitutivamente abierta a las otras, está influyendo sobre ellas, pero sus modos no son siempre «choque, presión, atracción», etc., que son los mo­ dos de ejercitar la causalidad física en la causalidad clásica, sino más bien «amistad, compañía, consejo, etc.». Esto postula una ampliación del con­ cepto de causalidad, capaz de abarcar a todas las realidades en tanto que guardan respectividad y se relacionan. La reducción de la causalidad a los cuatro posibles modos más arriba mencionados, implica la pérdida de la idea misma de causalidad. A juicio de Zubiri, causalidad no es producción, es fundamentalidad no de lo real en cuanto contenidos concretos, sino en cuanto real. Esto sí que es algo dado en impresión. La inteligencia semiente actualiza la realidad, entre otros modos, en forma de «hacia». Esto supone formalmente una respectividad estructural de cada cualidad sentida con todo lo real. «Cada cualidad real sentida —escribe Zubiri— es sentida en y por sí misma como algo funcio­ nal. La funcionalidad sentida no es síntesis sino respectividad estructural de cada cualidad por ser real»26. Esta funcionalidad es objeto de conoci­ miento; no lo es, en cambio, la causalidad contemplada como producción. En este sentido considera Zubiri acertada la crítica de Hume. Producir realidad puede ser una forma de causalidad, pero jamás es en lo que con­ siste formalmente. La causalidad no es primariamente producción de reali­ dad, sino que es funcionalidad, esto es, una realidad en función de otra. Esta novedosa conceptuación zubiriana de la causalidad no prefigura anticipadamente el tipo de relación que es posible establecer entre las cosas reales, por lo que dilata el universo de las realidades, que están facultadas 25. X. Z ubiri, Inteligencia y logos , pp. 35-42; Inteligencia y razón (Alianza Editorial. Sociedad de Estudios y Publicaciones. Madrid 1983) pp. 235-241. 26. X. ZUBIRI, Inteligencia y razón , p. 241. Cf. Víctor Manuel BORRAGÁN T o rre , art. c. pp. 270-271. G . G óm ez C am b res, art. c.} pp. 418-419; 442. J. S á e z C ru z, art. c.} pp. 340-341.

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