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LIBERTAD Y NECESIDAD SEGUN JUAN DUNS ESCOTO 267 necesario de la voluntad humana, ya que la voluntad del “viador”, aun cuando aprehenda el bien en su universalidad, sólo tiende a él contingente­ mente, pues como dijimos, la necesidad del acto depende de la voluntad, de su potencia, más que de la bondad del objeto, que, en este caso, es por sí máximamente amable. La segunda prueba la toma de textos de la Física y de la Etica nicomá- quea de Aristóteles14. La prueba dice así: Como es el principio en lo espe­ culativo, así es el fin en lo operativo. Ahora bien, el entendimiento asiente necesariamente a los principios del orden especulativo. Luego, la voluntad asiente necesariamente al último fin en el orden práctico. Escoto niega que pueda admitirse un paralelismo perfecto entre el modo de obrar del entendimiento y el de la voluntad. El símil del filósofo griego viene a decir que «cual es el orden de la verdad entre el principio y la conclusión, que posee verdad participada del principio, tal es el orden de la bondad entre el fin y el ser que tiende a él, pues éste tiene bondad partici­ pada de aquél » 15. En la negación de la validez de este símil se halla uno de los puntos esenciales de la concepción escotista de la libertad. Ya san Agustín había señalado, según aduce Escoto16, que la necesidad natural, con la que el entendimiento es movido por su objeto es radicalmente diferente del movi­ miento libre con que la voluntad tiende al bien. El entendimiento no puede entender una verdad demostrable como si fuera evidente, porque jamás confunde la conclusión con los principios de los que se deduce, pero la voluntad, como dice san Agustín, puede «gozar de lo que debe usar y usar aquello de lo que debe gozar». Esta es la grandeza y el riesgo de la libertad, que no puede entenderse como sometida a la necesidad natural del enten­ dimiento. El orden de la verdad, de la necesidad lógica y férrea, se contra- 14. ARISTÓTELES, Física, II, 9, 200 a 15-16. Etica Nicomáquea, VII, 9, 1151 a 16-17. 15. Quaest. Quodlib. XVI, 6. Por medio del concepto de partiápaáón explica Escoto, tanto el proceso del descubrimiento y deducción de la verdad, a partir de los principios, como la búsqueda etica de la felicidad, tal como recoge la expresión aristotélica de la Etica Nicomáquea, que resume el carácter teleológico tanto del deseo (éros) con que los seres físicos tienden hacia el motor inmóvil, como el impulso y la tendencia natural (órexis, éthos) con que aspiran a la felicidad. «En las acciones —dice Aristóteles— aquello por cuyo amor se actúa es el principio» (Etica Nic. VII, 9, 1151 a 16). 16. La crítica escotista del símil aristotélico encuentra su punto de apoyo en un texto agustiniano (De diversis quaest. 83, q. 30), que incluye en la siguiente argumentación: «Sed non est sim ile hinc comparando illa ad potentias istas, ut absolute operantes, quia tune non posset aliqua voluntas velle illud quod est ad finem ; cum tamen dicit Augustinus 83 Quaes- tionum quaest. 30, quod: «Perversitas voluntatis est in utendo fruendis, et fruendo utendis». Ex quo babetur quod voluntas potest obiecto utendo frui; non sic autem potest intellectus verum scibile intelligere tanquam principium, scilicet tanquam evidens ex terminis». (Quaest. Quodlib. XVI, 6).

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