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264 PABLO GARCIA CASTILLO final de la obra, en el que san Agustín distingue dos sentidos del término «necesidad». Si se entiende por ella, lo que no está en nuestro poder y produce su efecto, aunque no lo queramos, como la muerte, entonces no hay compatibilidad entre tal necesidad y la libertad de la voluntad. Pero si por necesidad entendemos aquello por lo que «es necesario que algo sea así o se haga así, no sé por qué hemos de temer que nos prive de la libertad de la voluntad. Pues tampoco ponemos bajo necesidad la vida de Dios y su presciencia si decimos que es necesario que Dios viva y preconozca todas las cosas». La prueba agustiniana de la compatibilidad entre libertad y necesidad es, como lo será en la posición teocéntrica de Escoto, la vida divina. Dios, concluirá el maestro parisiense al final de la cuestión, «aunque viva necesa riamente con vida natural... quiere libremente vivir con tal vida. Luego no ponemos bajo necesidad la vida de Dios, en cuanto amada por El con voluntad libre»*. La esencia infinita de Dios, fundamento de todas las perfecciones puras, como la voluntad libre y el amor, es el modelo de toda perfección en la criatura. Este esencialismo platónico es la base en la que se asienta el perfecto orden lógico de la metafísica escotista, que establece el ser infinito de Dios como ser en plenitud, del que proceden todas las perfecciones que se hallan, en forma limitada, en las criaturas. La vida libre de Dios permite entender al hombre como ser racional libre, elevándolo a la participación «unívoca» de todas las perfecciones puras, que se hallan en Dios sin límite alguno, pues son idénticas a la esencia divina infinita y simple, mientras que en la criatura sólo alcanzan un grado limitado. Esta relación de participa ción de lo divino en el hombre es lo que acertadamente ha llamado Vignaux el humanismo teológico de Duns Escoto»9. Tras el comentario de los dos textos agustinianos, que constituye el preámbulo de la cuestión, se inicia la discusión de los tres artículos de la misma, que no son sino tres preguntas, en las que puede descomponerse la interrogación general que da título a la cuestión: si hay necesidad en algún acto de la voluntad (artículo primero); si hay libertad en la voluntad (artículo segundo) y si a veces puede darse la necesidad con la libertad (artículo tercero). La respuesta positiva a cada una de estas preguntas cons tituye el argumento de los tres artículos que ahora comentaremos. 8. Quaest. Quodlib. XVI, 18. 9. P. VlGNAUX, «Lire Duns Scot aujourd' hui», en Philosopbie au Moyen Age, Albeuve, Ed. Castella 1987, p. 247. A lo largo de estas preciosas páginas, muestra el autor cómo la omnipotencia divina no sólo no impide, sino que hace posible la libertad humana, elevando al hombre como poseedor de una voluntad libre, lo que constituye el rasgo más destacado de ese humanismo teológico.
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