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LIBERTAD Y NECESIDAD SEGUN JUAN DUNS ESCOTO 273 distingue entre causa natural y voluntaria29. Escoto dice que todo principio del obrar o es natural o es libre, puesto que la naturaleza y la voluntad son principios que tienen un modo opuesto de «principiar» («proprium modum principiandi») y, en consecuencia, si se da uno no puede darse el otro30. Por lo tanto, contra santo Tomás, que afirma que la voluntad se dirige al fin último de manera natural, Escoto sostiene que la voluntad actúa libre­ mente, lo que no es incompatible con un acto a la vez necesario, pero no puede jamás actuar naturalmente, porque es un principio agente libre. La conclusión del artículo es que la voluntad, aunque concurra en su acción con otros principios, como el entendimiento, no es nunca un princi­ pio natural, sino libremente activo. Por ello, puede querer necesariamente, pero siempre tiene en sí misma la razón de su determinación, al contrario de lo natural, que siempre es determinado a su acción por la causa, como lo grave no se mueve a sí mismo al caer, en cambio, la voluntad, incluso la causada, se mueve a sí misma libremente al acto de querer. La razón de esta oposición es, según Escoto, que «la causación de la gravedad es natural, la de la voluntad es libre. Razón: la voluntad es la voluntad y lo grave es lo grave»}1. El esencialismo escotista culmina en esta formulación tan escueta, que no significa otra cosa sino que cada agente actúa de acuerdo con su esencia, que determina su modo de ser y de obrar. De manera que un ser natural actúa de acuerdo a la esencia de su principio natural y la voluntad, cuya condición intrínseca es la libertad, actúa siempre como un principio libre. La obra se cierra con una respuesta final de Escoto al argumento prin­ cipal de la cuestión. En ella vuelve a recordar el texto agustiniano del prólogo, presentándolo en una nueva perspectiva. En el citado texto, san Agustín, frente a la tesis ciceroniana que niega la presciencia divina, señala que el preconocimiento que Dios tiene de nuestros actos no nos priva en absoluto de la libertad, ya que «para Dios es cierto el orden de las causas, lo que concedió el mismo Cicerón, y nuestras mismas voluntades están en el orden de las causas, pues las voluntades humanas son causas de las obras humanas » 32 29. San AGUSTÍN, De civ. Dei, V, 9, 4. Habla en realidad de tres causas: fortuita, natural y voluntaria. 30. He aquí las palabras de Escoto: «Necessitas naturalis non stat cum libertate, quod probo, quia natura et voluntas sunt principia habentia oppositum modum principiandi; ergo cum modo principiandi voluntatis non stat modus principiandi naturae» (Ordinatio I, d. 1, n. 80). 31. Quaest. Quodlib. XVI, 16. 32. San AGUSTÍN, De civ. Dei, V, c. 9, n. 3. La exposición del orador romano, que niega la presciencia divina, se halla en De natura deorum, III, 26ss.; De divinatione, II, 37 y De fato c. 10.

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