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ESTETICA FRANCISCANA Y METAFISICA ESCOTISTA 241 La primera página, bella y densa, del 3/1 de Herrlichkeit, la citada obra de U. v. Balthasar, nos introduce de lleno en el núcleo central de tema tan sugestivo y profundo. En ella se afirma que Dios es magnífico y glorioso en sí mismo y en sus manifestaciones. De éstas la primera es el hombre, al que llena de su gracia para alabanza de su gloria. Subraya este aspecto de la gloria de Dios con la cita del texto griego de la Carta a los Efesios: e\q encnvov Só£n$. Por cierto que la frase se repite por tres veces en el pórtico de la gran carta. Ahora place añadir que este pasaje inicial de la carta ha dado apoyo a los discípulos de Escoto para mantener firme la tesis de su maestro sobre el primado de Cristo, como centro de la creación entera. Visión cósmica tan grandiosa queda resumida en una sola palabra de la carta: ávaK£(J)a/\aicÓGaa8ai — recapitular —. Todos los seguidores de Esco­ to se han sentido enardecidos con este vocablo paulino, que aúna cielos y tierra; tiempo y eternidad. Tenso entusiasmo suscita el apóstol cuando aplica este pasaje a la pre­ destinación que nos hace ser hijos de Dios en Cristo Jesús. Pues bien, este arcano de la predestinación es abordado con sacro atrevimiento por Esco­ to, al penetrar en los secretos de la presciencia divina y diseñar el plan eterno de Dios sobre el mundo. Hemos admirado el carmen pulcherrimum que han oído cantar a lo largo de la historia humana san Agustín y san Buenaventura. Pero es que Escoto asciende hasta la mente divina que actúa y planea6. San Pablo afirma que hemos sido predestinados a ser hijo sde Dios antes de la constitución del mundo. Apoyado en esta visión paulina, Escoto intenta precisar este misterioso arcano, ya desvelado sustancialmen­ te por el apóstol. Distingue entonces en la mente divina cinco signos pro­ gresivos de su actuación. Por supuesto, la eternidad todo lo tiene presente. Pero Escoto distingue en ella diversos signos mentales en los que la eterni­ dad ha entrado en contacto con el tiempo. Estos signos de Escoto, han participado de la mala prensa que hasta nuestros días ha acompañado a su doctrina. El famoso L. de Molina, que se inventó para su consumo teológico la «ciencia media», tuvo una falaz desestima de estos signos de Escoto a los que conceptuaba una inconsisten­ te invención teológica. Los actuales teólogos escotistas me respaldan al ver en estos signos un encumbrado intento de penetrar en el insondable miste­ rio de la predestinación divina. En verdad, este misterio atenaza la mente del que, sin respeto, se acerca a él. Llega hasta el pueblo cristiano en la 6. En diversos pasajes, que iremos citando, expone Escoto el tema de la predestinación divina. Recientemente los ha coleccionado y comentado en sentido tradicional J. B. CAROL, Why Jesús Christ? Thomistic, Scotistic and conciliatory perspectives. Manassas, Virginia 1986, pp. 225-44.

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