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22 8 BERNARDINO DE ARMELLADA capucho u otro velo, el superior, mientras todos rezaban por el descanso eterno de su alma, echaba tres paladas de tierra dentro de la fosa y luego los sepultureros completaban el enterramiento. La sepultura de Escoto estuvo en un principio bajo el pavimento de la iglesia a la entrada de la sacristía y junto a la capilla de los Tres Santos Reyes 10. Inmediatamente se colocó una lápida indicando el nombre y oficio del difunto; y poco después se puso el epitafio a que hicimos mención. Fue en 1509 cuando se le construyó un nuevo sepulcro de piedra. Contra esta lápida se habría roto la cabeza el buen Escoto doscientos años después de estar enterrado. Se sabe, además, que el cuento del enterrado vivo y arañándose luego en la desesperación al volver en sí era muy socorrido, a veces para denigrar la memoria de un personaje o como simple adorno macabro. Se dijo también de Fr. Luis de Granada. Pero el caso caso más curioso es el del papa Bonifacio VIII, a quien el rey francés Felipe IV el Hermoso y sus tristemente famosos ministros Nogaret y de Plaisians se empeñaron en desprestigiar después de su muerte. Habría sido enterrado vivo y en la desesperación se habría despedazado el rostro con las manos y las manos igualmente destrozadas a base de mordérselas. La historia dice, sin embargo, que, reconocido su cadáver, se le encontró en postura absolutamente tranquila y sin ninguna de esas señales insidiosamente pro­ paladas. Con una documentación profusa y consideraciones sobre la doctrina de Escoto es la Vida del mismo escrita por Lucas Waddingo en sus Annales Ordinis Minorum, donde igualmente rechaza, como privada de todo funda­ mento histórico, la dichosa leyenda en que se solazaban los enemigos del Doctor Sutil11. A pesar de todo hay muchos testimonios de que la Orden Franciscana le seguía considerando beato. En la Positio 12 se refieren hasta 73 extractos biográficos en que franciscanos y no franciscanos alaban de consuno la santidad y ciencia de Escoto en todo el tiempo que va desde su 10. Según la tradición se encuentran en Colonia los restos de los Reyes Magos que adoraron a Jesús Niño. Del convento de los franciscanos fueron trasladados a la famosa catedral gótica. 11. loannis Duns Scoti doctoris subtilis Ordinis Minorum vita, a R. P. fr. LüCA WADDING in Annalibus Ordinis Minorum, tomo tertio, anno 1304 et anno 1308 descripta. Romae 1630. Cf. Positio, 137. Cf. L ü CA W a d í NG, Annales Minorum, 3.a ed., t. VI, Ad Aquas Claras (Qua- racchi) 1931, 1301-1322. 12. Positio, 174-281. El teólogo capuchino P. Juan María Zamoro de Udine escribe en su obra De eminentissima Deiparae Virginis perfectione, libri tres (Venecia 1629): «Escoto, apellidado merecidamente Doctor Sutil por la admirable agudeza de su ingenio e igualmente piadoso y sabio, fue el defensor acérrimo y patrono de la inmunidad (original) de la Madre de Dios» (p. 184).

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