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236 BERNARDINO DE ARMELLADA de octubre de 1980 el papa Juan Pablo II, en su visita a Alemania, se llega a la iglesia de los Conventuales de Colonia y ora devotamente ante el sepulcro de Juan Duns Escoto. Mientras tanto parece que los franciscanos estábamos un poco dormidos en relación con la causa escotista. Sólo en 1984 se nombró una comisión interfranciscana que se propuso una investi­ gación histórico-crítica sobre la vida, virtud y culto del Siervo de Dios Juan Duns Escoto. Entre tanto llegan a la Santa Sede cartas de personajes cualificados pidiendo la beatificación de Escto. En primer lugar la de los Ministros generales de las cuatros Ordenes franciscanas, del arzobispo de Colonia cardenal Hóffner, del Maestro general de los Dominicos, etc. El resultado de la comisión interfranciscana es la Positio sobre el culto inmemorial y las virtudes de Siervo de Dios Juan Duns Escoto, que forma un enorme volumen de tamaño folio con 1385 páginas. El p. Zavalloni23, héroe de los últimos combates en pro de la causa de Escoto, califica todo el proceso como una «carrera de obstáculos»24. Cuando parecía que no faltaba nada, se presenta, según el P. Zavalloni el más grave e inesperado de los obstáculos, justamente en la recta final de la carrera. El 20 de enero de 1990 en la reunión de la Congregación de las Causas de los Santos se llegó a la conclusión de que la «Positio» sobre Juan Duns Escoto no estaba conforme con la legislación vigente que prevé el examen conjunto de la heroicidad de la virtudes y del hecho del culto inmemorial. Y no se encon­ traban elementos para dictaminar —con garantía plena— sobre el primer punto. Pareció que todo había fracasado. El P. Zavalloni, sin demasiadas esperanzas en las razones humanas, se propuso la elaboración de un suple­ mento a la Positio tratando de probar la heroicidad de las virtudes de Escoto, al tiempo que se dirigió a varios monasterios de Clarisas pidiendo encomendaran al Señor la causa de Escoto. Se dio la circunstancia de que el Promotor de la Fe, llamémosle el fiscal o hueso duro de la oposición, tuvo que ser hospitalizado. Entonces el P. Zavalloni le envió a la Clínica Gemelli, donde se encontraba, el esquema de su trabajo con esta indica­ ción: «Con el deseo y confianza de que, por intercesión del Siervo de Dios Juan Duns Escoto, pueda Usted recobrar totalmente la salud». Cuando el P. Zavalloni terminó su trabajo el Promotor de la Fe seguía en el hospital, en espera de una intervención quirúrgica. Y ocurrió que, cuando el tipó­ grafo de la Congregación fue personalmente a entregarle el ejemplar impre- 23. Los datos inmeditamente siguientes están tomados del opúsculo del mismo P. Ro­ berto ZAVALLONI, Giovanni Duns Scoto, maestro di vita e pensiero, 2.a edición. S. Maria degli Angeli 1993. 24. O. c., 198.

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