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206 FR. H. SCHALÜCK - FR. L. SERRINI - FR. F. R. CARRARO - FR. J. ANGULO Internacional «Duns Scotus» se tuvo primeramente en Oxford, después en Edimburgo y finalmente en Duns, donde fue erigida la estatua en memoria del teólogo. Una placa señala el lugar donde, probablemente, nació. Indi caciones con símbolos franciscanos y marianos evidencian que Duns fue el país natal del famoso teólogo escocés. Parece como si el tiempo se hubiera estacionado cuando se hace ora ción en esta iglesia campesina al mirar la vidriera en color y pensar que la Iglesia meditó sobre las enseñanzas de Juan Duns Escoto hasta 1854, año en que el papa Pío IX declaró de perenne validez la doctrina según la cual María, por los méritos de Cristo, fue preservada de la mancha del pecado original desde el primer instante de su existencia. ¡Lo que Escoto venía afirmando hasta aquella hora, era proclamado dogma de fe! La Iglesia examinó la vida y la obra de Juan Duns Escoto, durante otros ciento cuarenta años, antes de poder celebrarse en la Basílica de San Pedro de Roma la ceremonia formal de la beatificación de este fraile, naci do el 1266 en Duns y ordenado de sacerdote el 17 de marzo de 1291 por Oliver Sutton, obispo de Lincoln, en la iglesia de San Andrés de Nort- hampton. Dejo a otros la misión de escribir detalladamente sobre la filosofía y teología de Escoto. Por mi parte, deseo tan sólo subrayar que, de hecho, Escoto es hoy, en verdad, un «Santo de Europa». Recientemente Edimburgo ha dado acogida a la cumbre europea y a los jefes de las naciones, incluida la Comunidad Europea. En la principal ciudad de Escocía han llegado a formular sus propias deliberaciones. No deben, por tanto, recluirse las naciones dentro de sí en el día de hoy, para preocuparse solamente de sí mismas. Más bien deben abrirse al bien de Europa y, en consecuencia, al bien de la familia humana entera. Escoto no se encerraba sobre sí mismo en su amor de Dios, en su estima de eso único que es el individuo, en su amor y devoción a María, la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción. Después de su ordenación se iniciaron para Escoto acontecimientos y vicisitudes entre Inglaterra y el Continente que sólo concluyeron con su muerte. Cerca de dos años continuó sus estudios en Oxford antes de ser enviado a París en 1293. Retorna a Inglaterra en 1297, donde impartirá lecciones, hasta volver de nuevo a París en 1307. Después de haber obteni do el bachillerato en teología en la universidad de París, tuvo que abando nar la capital francesa en 1303, por haber defendido al papa Bonifacio VIII en su disputa contra Felipe el Hermoso, rey de Francia. Continuó enseñando en Oxford, hasta que retornó a la universidad de París, donde consiguió el doctorado en 1304. Mientras impartía su ulterior docencia en
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