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CARTA DE LOS MINISTROS GENERALES DE LAS FAMILIAS 203 constituye, incluso hoy, por reconocimiento universal, una mies abundante de intuiciones, soluciones y propuestas de pensamiento cuya riqueza y fe cundidad no han sido descubiertas aún por entero. Sin embargo, nos es clara la lección de su método: sus recorridos especulativos los ha puesto al servicio de la inteligencia de la fe, de la verdad teológica de la que se alimenta el hombre mientras está «in via». «No existe una síntesis metafísi ca de Duns Escoto —anotaba E. Gilson (Jean Duns Scot, 339)—; o, si existe alguna, no corresponde a la visión global del mundo que le fue propia. La única síntesis que Duns Escoto haya concebido es una síntesis teológica en cuyo centro se sitúa la afirmación de san Juan: «Deus charitas est» (1 Jn 4, 16)», Dios es amor. El papa Pablo VI, en la Carta Apostólica «Alma Parens», dirigida a los obispos de Inglaterra, de Gales y de Escocia, el 14 de julio de 1966, con motivo del VII Centenario del nacimiento de Juan Duns Escoto, trazaba un perfil lúcido del pensador franciscano al que proponía como Maestro del pensamiento cristiano: «Junto a la majestuosa catedral de santo Tomás de Aquino está, entre otras, aquella digna de honor —aunque diferente por su mole y estructura— que elevó al cielo sobre bases firmes y con atrevidos pináculos la ardiente especulación de Juan Duns Escoto. El espíritu y el ideal de san Francisco de Asís se ocultan y bullen en la obra de Juan Duns Escoto, en la que este hace aletear el espíritu seráfico del Patriarca de Asís, subodrdinando el saber al bien obrar. Afirmando la preeminencia de la caridad sobre cualquier ciencia, el primado universal de Cristo, obra maes tra de Dios, glorificador de la Santísima Trinidad y Redentor del género humano, Rey en el orden natural y sobrenatural a cuyo lado refulge, con original belleza, la Virgen Inmaculada, Reina del universo, hace que las ideas soberanas de la Revelación evangélica ocupen el vértice supremo, particularmente lo que san Juan Evangelista y san Pablo Apóstol vieron descollar en grado eminente en el plan divino de la salvación». El papa Pablo VI invitaba a «honrar la memoria del Doctor Sutil y Mariano por su vida, tanto especulativa como por la moral y práctica», augurando «un renovado interés por la historia de la teología, especialmen te la escolástica, con la ferviente aspiración de una investigación serena y sistemática realizadas según las normas de la crítica». «Estamos íntimamen te persuadidos —añadía— de que , del tesoro intelectual de Juan Duns Escoto, se podrán sacar armas refulgentes para combatir y alejar la nube negra del ateísmo que ofusca nuestra época». Pero el mismo Pablo VI ha puesto en evidencia otro aspecto del pensa miento de Escoto que nos complace resaltar y proponerlo aquí a vuestra consideración: El beato Juan Duns Escoto sigue siendo para nosotros
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