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ALMA PARENS 193 doctrina era enseñada comunmente en las escuelas británicas. No como venida de fuera, sino florecida en el fértil suelo patrio, por obra de un hombre que nació, se educó en Gran Bretaña y que, por su ingenio vivaz y fecundo, no menos que con su sabiduría práctica, noblemente la ilustró. Pues Escoto es un teólogo que construye porque ama, y ama con amor decidido y concreto que es praxis, según expresión suya: «queda demostra­ do que el amor es verdadera p raxis»12. La caridad conduce a la verdad y unidad plenas Para entablar este diálogo bien puede ofrecer Escoto elementos cientí­ ficos gratos a ambas partes, bajo la inspiración e impulso del espíritu será­ fico que asigna a la caridad ser el compendio y tener la primacía en todas las cosas. Advierte él que hay que avanzar gradualmente: «no debe propo­ nerse como perteneciente a la sustancia de la fe, sino aquello que se de­ muestre con certeza pertenecer a los principios de la f e » 13. «Y no se ha de tener como perteneciente a la sustancia de la fe, sino lo que expresamente se contiene en la Escritura, o ha sido expresamente declarado por la Igle­ sia, o se sigue con evidencia de lo contenido en la Escritura y claramente declarado por la Iglesia»14. La Iglesia maestra de la verdad En efecto, fue preocupación constante del Doctor Sutil el que se aten­ diese con diligencia y se observase con indefectible reverencia al magisterio de la Iglesia, poseedora del carisma de la verdad. «Si quien ejerce el oficio de doctor propone alguna novedad, nadie tiene la obligación de prestarle asentimiento... sino que primero debe consultar a la Iglesia y así evitar el erro r»15. ¡La Iglesia es guía y maestral: este era su lema y su divisa. Examinó e investigó él el proceso del conocimiento con acerado méto­ do crítico. Fija la mirada en los principios originarios, deduce de ellos sus conclusiones con criterio sereno, movido —como dijo Gersón—, «no por 12. Ord pról. n. 303 (I, 200). 13. Ord. IV, d. 11, q. 3, n. 3 (ed. Vivès XVII, 352a). 14. Ord. IV, d. 11, q. 3, n. 5 (ed. Vivès XVII, 353a). 15. Rep. III, d. 25, q. un., n. 6 (ed. Vivès XXIII 462a)

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