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192 PABLO VI que de él y por él se reavive el más decidido interés por estudiar la historia de la teología, particularmente escolástica. Para ello, póngase el mejor em peño en una investigación serena, capaz de lograr una síntesis, llevada a cabo con riguroso método científico. Antídoto contra el ateísmo Estamos del todo persuadidos de que del grande y rico tesoro teológico de Juan Duns Escoto se pueden sacar lúcidos argumentos para combatir y dispersar la negra nube del ateismo que ensombrece nuestra época. Con mucha frecuencia los ateos teóricos y prácticos no son más que adoradores de ídolos y fantasmas por ellos elaborados, ofuscados en sus razonamientos5. El Doctor Sutil construye su doctrina sobre Dios basado en principios y razonamientos tomados de la sagrada Escritura: «Yo soy el que soy»6, y «Dios es Caridad»7. En su explicación y desarrollo, de modo admirable y convincente, propone a Dios como «verdadero, infinito bien»8, «el primer eficiente», «fin último de los seres», «absolutamente primero por su emi nencia», «océano de perfecciones» 9, y «Amor por esencia»10. Invitación al diálogo entre católicos y anglicanos Pero todavía acariciamos otra esperanza: en la declaración que el 24 de marzo de este mismo año hicimos en la basílica de san Pablo Extramuros —junto con el venerable hermano Miguel Ramsey—, expresábamos nues tros votos «para que se establezca un diálogo sincero entre la Iglesia cató lica y la Comunión anglicana, diálogo que tenga por base el Evangelio y las tradiciones antiguas comunes a ambos. Y que termine haciendo realidad aquella unidad en la verdad por la que Cristo o ró »11. Para establecer este diálogo sereno entre la Iglesia católica, la Comu nión anglicana y las demás Comunidades cristianas de Gran Bretaña, tal vez la excelente doctrina de Duns Escoto podría ofrecer un firme apoyo. Efectivamente, durante tres siglos, antes de la separación de Roma, tal 5. Cf. Rm 1, 21-22. 6. Ex. 3, 14. 7. I ]n 4, 16. 8. Ord. I, d. 3, n. 59 (III, 41). 9. Ord. I, d. 2, n. 57-59. 60-62; d. 8, n. 198-200 (II, 162-165. 149-150; IV, 264-266). 10. Ord. I, d. 17, n. 171 (V, 220-221; Lect. I, d. 17, n. 116 (XVII, 217). 11. Declaración de Pablo VI y del arzobispo de Canterbury en AAS 58 (1966) 287.
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