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ALMA PARENS 191 Conviene también advertir que el Concilio Ecuménico Vaticano II prescribe, en el decreto «Sobre la Formación sacerdotal»: «las disciplinas filosóficas deben enseñarse de forma tal que los alumnos sean orientados, ante todo, a lograr una visión sólida y coherente del hombre, del mundo y de Dios; basándose en el patrimonio perennemente válido»4. Al cual perte­ nece, sin duda, la Escuela Franciscana. Junto a la majestuosa catedral doctrinal de santo Tomás de Aquino, se eleva al cielo, entre otros, el templo, también glorioso —aunque distinto por su mole y estructura— construido por Juan Duns Escoto. Basado so­ bre cimientos sólidos, está adornado con atrevidos pináculos por la ardida especulación e ingenio del Doctor Sutil. Quien, en sus especulaciones, si­ gue —fundamentalmente— la orientación platónico-agustiniana; y aprueba unas veces y critica otras la enseñanza de Aristóteles. Continúa las enseñan­ zas de más de cincuenta doctores escolásticos franciscanos. Entre ellos de san Antonio de Padua, Alejandro de Hales, san Buenaventura, Mateo de Aquasparta, Ricardo de Mediavilla, Adán de Marisco, Rogerio Bacón, Gui­ llermo de Ware: sintetizando, profundizando desarrollando sus enseñan­ zas, ha logrado la mayor nobleza para la Escuela Franciscana y se ha con­ vertido en su portaestandarte. 'Primacía del bien obrar sobre el saber, de la caridad sobre la ciencia En la obra de Duns Escoto se contiene y pervive, con el ardor del espíritu seráfico, el más bello ideal de vida de san Francisco de Asís; pues también en él el bien obrar excede al saber. Afirma la primacía de la caridad sobre el saber, el primado universal de Cristo, obra cumbre la creación, Glorificador supremo de la Trinidad, Redentor del género huma­ no, Rey tanto en el plano natural como en el sobrenatural. A su lado resplandece, con hermosura propia, la Virgen Inmaculada, Reina del uni­ verso. En toda esta visión no hace sino desarrollar los gérmenes de la verdad evangélica, de forma especial llevar a la cumbre de su desarrollo las intuiciones del evangelista Juan y del apóstol Pablo sobre la excelencia y grandiosidad del plan divino de salvación. Son muchos los que hacen votos para que este Congreso que en Gran Bretaña se celebra, para honrar la memoria del Doctor Sutil y Mariano, madure en opimos frutos; tanto para el conocimiento y reflexión especula­ tiva, como para la vida y acción práctica. Nos tenemos el vivo deseo de 4. Decreto «De Institutione Sacerdotali», n. 15 (Typis Polyglottis Vaticanis, 1965).

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