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190 PABLO VI las característica con que se quiere distinguir este Congreso. En efecto, lo que principalmente se quiere lograr en él es que se ponga a plena luz la personalidad, la enseñanza filosófica y teológica, así como los rasgos bási­ cos de la fisonomía moral y espiritual de Duns Escoto. Evitando los esco­ llos de discusiones y controversias surgidas no pocas veces en tiempos pasados, se da preferencia al método histórico-crítico, tenido en gran esti­ ma en la actualidad. Método que ha dado ya resultados excelentes, aplica­ do por los investigadores al conocimiento de las obras auténticas del Doc­ tor Sutil y de su verdadera y genuina enseñanza. Además, se aúnan esfuerzos para lograr —en amplia perspectiva, en grandes líneas— una visión integral de las varias familias de doctores esco­ lásticos. Visión que, además de otras ventajas, permitirá abarcar y medir la variedad, riqueza y fecundidad del pensamiento filosófico y teológico de la Edad Media. En esta perspectiva, es indudable que santo Tomás de Aquino, con su «Summa Theologiae» destaca, como cumbre que se eleva sobre los montes circundantes, en el mundo de las ciencias sagradas cultivadas en la Edad Media. La síntesis que el Doctor Angélico estructuró, al enunciar las con­ vergencias entre la fe y la razón, entre la fe que busca la inteligencia —como había dicho vuestro Anselmo de Canterbury— 1y la inteligencia que busca la fe, ha tenido un consenso tan unánime, que aparece como príncipe en el conjunto de los teólogos escolásticos, justamente designado y honrado como Doctor Común. Sin embargo, junto a él otros grandes doctores y maestros escolásticos surgen, cual rutilantes estrellas, en aquella misma época y resplandecen en el firmamento de la doctrina católica. Portaestanderte de la Escuela Franciscana La encíclica «Aeterni Patris» de León XIII —de feliz memoria, nuestro predecesor, al pedir con gran empeño —frente a los errores modernos— el retorno a la Escolástica, propuso como guía a santo Tomás de Aquino. Y, después de haber dicho: «Tomás de Aquino destaca por encima de los demás»2, se mencionan también otros doctores escolásticos. Se concede peculiar relieve a san Buenaventura, a quien posteriormente Pío X definiría como «segundo príncipe de la Escolástica»3. Pues bien, todos reconocen que Juan Duns Escoto es el perfeccionador del Doctor Seráfico. 1. S. ANSELMO, Proslogion, proemium (PL 158, 225; ed. Schmitt F. S. I, Seccovii 1938, 94). 2. L eón XIII, Encíclica «Aeterni Patris» (Acta Leonis XIII, I, Romae 1881, 272). 3. S. Pío X, Carta «Doctoris Seraphici» (Acta Pii X, I, Romae 1905, 235).

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